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Hilda Gómez | Alba Chao
Ver galería >Funcionalidad, estética, armonía... en definitiva, lograr un equilibrio entre el arte y la usabilidad es uno de los retos a los que se enfrenta la arquitectura contemporánea. Vigo es un ejemplo de proyectos que conjugan estos valores en edificios consagrados a la formación, la investigación o la cultura. En esta ocasión repasamos algunos de los inmuebles más destacados enmarcados en este paradigma y firmados por César Portela, Alfonso Penela, Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera.
Funcionalidad, estética, armonía... en definitiva, lograr un equilibrio entre el arte y la usabilidad es uno de los retos a los que se enfrenta la arquitectura contemporánea. Vigo es un ejemplo de proyectos que conjugan estos valores en edificios consagrados a la formación, la investigación o la cultura. En esta ocasión repasamos algunos de los inmuebles más destacados enmarcados en este paradigma y firmados por César Portela, Alfonso Penela, Jesús Irisarri y Guadalupe Piñera.
De la atrevida casa del párroco de Marín a Premio Nacional de Arquitectura y referente en universidades nacionales e internacionales. César Portela se licenció en 1966 tras estudiar en las escuelas superiores de Madrid y Barcelona. Tan solo dos años después terminaba su doctorado y arrancaba su trayectoria profesional junto a la que entonces era su esposa, con la que también compartía profesión, Pascuala Campos Michelena. Fue en el 2000 cuando se convirtió en el tercer gallego en lograr el prestigioso premio de arquitectura (después de Alejandro de la Sota y Manuel Gallego Jorreto). Aunque este reconocimiento llegó por el diseño de la estación de autobuses de Córdoba (1999), su huella en Vigo es más que reseñable. // Gustavo Santos
Sobre la vieja fábrica de conservas de Alcabre se alza el Museo del Mar de Galicia, un conjunto de cinco naves rehabilitadas, un edificio de nueva construcción y la prolongación de un muelle preexistente donde se emplazan el acuario y el faro. "Una arquitectura lógica que demuestra que es posible construir al borde litoral sin destruirlo, donde se pone de manifiesto la inmensidad y la belleza del mar y del cielo y ofrece a la vista un espectáculo reservado habitualmente a los marineros y los dioses”, así se refería a la obra el jurado del Philippe Rotthier en 2005 antes de concederle este galardón.
El proyecto, que conjuga vanguardia y tradición, surgió de la mano de Aldo Rossi y César Portela, pero fue el gallego quien culminó su construcción tras el repentino fallecimiento del italiano. Como vestigio del pasado se mantuvo la chimenea original, un elemento que aporta verticalidad a un conjunto de edificios caracterizado por su linealidad y poca altura. // Cameselle
La ría de Vigo forma parte fundamental del proyecto: el museo está concebido como un cabo que se proyecta hacia el mar. Las cinco naves restauradas que forman el edificio principal se unen al anexo a través de una pasarela acristalada que, además de dar continuidad al conjunto, dota de más protagonismo si cabe al medio marino. Allí se encuentra el acuario en el que se recrea este ecosistema. // Cameselle
Los vanos abiertos en varios de los muros de piedra actúan de marcos, convirtiendo las escenas marinas en verdaderas obras de arte. El inmueble se vuelve así un escenario privilegiado para disfrutar de la inmensidad del océano. // Jesús de Arcos
Al final del recorrido se encuentra el faro que, pese a no tener unas grandes dimensiones, actúa como extraordinario mirador a la ría. Construido en hierro y con la linterna y la veleta de bronce, pone el broche a un proyecto en el que la arquitectura remata por ceder todo el protagonismo al mar. // Cameselle
En un lugar privilegiado, César Portela levantó este ambicioso y vanguardista edificio, destinado a convertirse en referente de la urbe. Erigido sobre los terrenos de la empresa Motopesqueros de Altura Reunidos (M.A.R), el Auditorio y Palacio de Congresos Mar de Vigo nació por encargo de Lois Pérez Castrillo, alcalde de la ciudad en 2001, aunque la primera piedra la colocaba en 2008 Abel Caballero después de idas y venidas sobre el presupuesto definitivo de la obra. // Alba Villar
Fue en marzo de 2011 cuando este trasatlántico de la cultura iniciaba finalmente su singladura desde Beiramar. El propio César Portela utilizaba este símil para referirse al inmueble, ya que cuentan con la misma fuerza "pero cuando ves cómo se mueve y se desliza tiene una gran ligereza. Esa sensación se logra con la luz del sol sobre la fachada de acero". // Ricardo Grobas
Una gran plaza pública recibe a los visitantes como preludio de un edificio de 28 metros de altura con constantes referencias al mar en su apariencia: ojos de buey, ondas y tonos azules y verdes, elementos todos ellos acompañados de los barcos de O Berbés. // Marta G. Brea
La bienvenida al interior del inmueble la da un imponente hall de más de mil metros cuadrados -de los 23.000 totales de la construcción-. Todo en el auditorio está consagrado a la cultura, hasta el punto de que este enorme vestíbulo acoge regularmente actuaciones. Es más, durante su inauguración, Luz Casal puso banda sonora al evento en este espacio antes del concierto completo que ofrecería al día siguiente en la sala principal. Pero los verdaderos protagonistas de la entrada son su regia escalinata y, sobre todo, el gran ventanal que ofrece una extraordinaria vista de la ría. // Ricardo Grobas
El auditorio es la joya del edificio. Con capacidad para 1.500 personas y un escenario de 800 metros cuadrados, se trata de una de las sala más grandes de Galicia. Sin embargo, más allá de sus dimensiones, su fabulosa acústica y su cuidada distribución lo convierte en espacio idóneo para las mejores representaciones: conciertos, musicales, ballet, teatro o monólogos completan su agenda temporada tras temporada. // Marta G. Brea
Si la sala principal es la joya del Mar de Vigo, la guinda la pone su terraza, un lugar desde el que disfrutar de una de las mejores puestas de sol de la ciudad. De nuevo el espacio se pone al servicio del espectáculo: con el atardecer de fondo el Festival TerraCeo pone parte de la banda sonora al verano olívico.
Mayores y escolares, de Vigo o de fuera de la ciudad ¿quién no ha visitado en algún momento la Casa de la Palabras Verbum? Lo que quizá pocos saben es que este edificio construido en el entorno de Samil unifica sus cuatro plantas a través de una caja de luz que las atraviesa, semejando un conjunto de cajas chinas que se contienen unas a otras. // Joel Martínez
El arquitecto vigués Alfonso Penela (1955) abrió su estudio de arquitectura en Vigo en 1981, tras graduarse en la Escuela Técnica Superior de Barcelona. La vocación experimental de sus proyectos funde el Movimiento Moderno con elementos de orden plural, mostrando sus preferencias por las novedades formales, el equilibrio y el orden de la composición. Sus edificios son planteados como un conjunto de volúmenes articulados en donde los materiales y la conjunción de luces y sombras son decisivos.
Es el arquitecto que mejor conoce el potencial del campus universitario de Vigo y su característica orografía, una comprensión del espacio que utiliza a favor de obra. De sus manos salió el proyecto para la residencia universitaria, una estrella de mar con cuatro brazos que fue seleccionada para los premios FAD 2002. // Cameselle
Situado en una de las cotas más altas del campus, los largos brazos del edificio descansan sobre la colina dando sensación de ligereza. Esta impresión se ve reforzada por el reflejo del cielo en su fachada metálica que, al mismo tiempo, llena de luz el interior. // Alba Villar
Fiel a su estilo siempre pegado a las novedades arquitectónicas de cada momento, Penela diseñó también en el campus de Vigo la Facultad de Económicas (2001-2003). El arquitecto vigués planteó una construcción baja, pegada al terreno y con forma de U. Esta forma responde a dos objetivos, el de adaptarse al propio terreno y, por otro lado, satisfacer las necesidades funcionales dividiendo el espacio en tres grupos: aulas, despachos y áreas comunes. Desde los extremos del edificio surgen dos largos brazos que, junto con la cubierta en forma de sierra, completan la personalidad del inmueble. // Alba Villar
En continuidad con la Facultad de Económicas se encuentra otra de las picas de Penela en el campus. El diseño de la Facultad de Ciencias Jurídicas y del Trabajo se integra en la silueta del terreno sin modificarla, fundiendo sus cubiertas con las laderas. Pero para apreciar la importancia del edificio en detalle es necesario recorrerlo en su conjunto. // Jesús de Arcos
De la necesidad de aglutinar en un mismo centro toda la investigación biomédica del área de Vigo surge en 2009 el Centro de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Vigo. Unas instalaciones como las del CINBIO buscaban además dar el impulso definitivo a la ciudad hacia la vanguardia científica, tanto así que el diseño inicial de Alfonso Penela fue modificado para poder albergar un mayor número de investigadores. El edificio consta de un módulo central del que parten otros once a modo de púa. Cada uno de ellos consta de tres plantas que culminan con una cubierta externa a modo de parasol, pensada para controlar el calor y aprovechar al máximo la inercia térmica. // José Lores
Uno de los detalles en los que reparar es la espina central que articula los once bloque curvos, un total de seis mil metros cuadrados dedicados al estudio. // Alba Villar
Otra de sus obras en el campus universitaria es el Módulo Tecnológico Industrial (MTI) cuya forma recuerda a un barco varado sobre la ladera. Una enorme estructura de hormigón que descansa sobre otra estructura formando una ele. // Alba Villar
Penela ha sido el encargado de darle una nueva vida al primer rascacielos de Galicia, de reconfigurar una misma estructura arquitectónica que, con el paso de las décadas, ha prestado y prestará servicio a la urbe en dos aspectos clave como son la sanidad y el derecho, en definitiva, el responsable de transformar el Hospital Xeral a la nueva Ciudad de la Justicia. El proyecto gira precisamente en torno a esta idea, revivir un edificio que con el paso de los años había perdido su identidad.
El proyecto recupera para la Ciudad de la Justicia el blanco característico de la antigua Residencia Almirante Vierna. Se derribaron además los anexos de urgencias para levantar un edificio de menor tamaño, que estará unido a la torre por una pasarela acristalada.
Una vez cubiertas las necesidades funcionales del inmueble, se busca iluminar el entorno con una gran plaza pública que hiciese renacer la grandiosidad del inmueble.
El arquitecto vigués Jesús Irisarri y la madrileña Guadalupe Piñera comparten estudio de arquitectura en Vigo desde el año 1989. Sus viviendas y equipamientos públicos han sido seleccionados en varias ediciones de la Bienal española, además de haber sido ganadores y finalistas en certámenes internacionales y nacionales como el Mies Van der Rohe, Juana de Vega o el FAD. // José Lores
El binomio Irisarri&Piñera cuenta con el orgullo de haber creado la casa de su profesión en la ciudad. Su idea para la delegación del Colegio de Arquitectos de Galicia partía de una construcción donde la sostenibilidad, el respeto por el medio ambiente y los nuevos materiales tuviesen gran peso. El edificio se levanta en los terrenos del antiguo periódico El Pueblo Gallego, una ubicación en la que el concepto de la sede mantiene una relación armónica con el entorno. // José Lores
Dos mil metros cuadrados llenos de luz, el inmueble se divide en seis plantas, dos de ellas bajas que se adecuan a las diferentes cotas de las calles adyacentes. Su particular diseño en cuanto a forma se completa con un exterior cambiante según la orientación. // Ricardo Grobas
El interior del inmueble, destinado a acoger actividades de diversa índole, es un ejemplo de adaptación constante y versatilidad. Su distribución se ha modificado en varias ocasiones, siempre adecuándose a las necesidades de cada momento en un alarde de flexibilidad. // Jesús de Arcos
Convertido en un referente de la arquitectura contemporánea en la ciudad, está unido a la plaza como continuación de la función social de ambos elementos. El solar se ha revestido en su gran mayoría de hormigón alternando en algunos puntos piedra recuperada. // Cedida COAG
Irisarri y Piñera firman una de las mejores rehabilitaciones del Casco Vello, la del Registro de la Propiedad. El éxito de los trabajos, que involucraron a cuatro edificios históricos, reside en el equilibrio entre respetar lo heredado y reestructurar los espacios para sus nuevos usos, optando en cada momento por las mejores soluciones para cada desafío. // Ricardo Grobas
El conjunto de los patios organiza el espacio y permite resolver las diferentes cotas de los edificios. El claustro distribuidor aglutina todas las funciones de la obra. El acceso único presenta un espacio de doble altura que deja ver el patio desde la calle y recupera la idea tradicional del atrio como espacio de tránsito entre el exterior e interior. // Ricardo Grobas
Para maximizar la entrada de luz, el edificio cuenta con una fachada de vidrio reforzada con carpintería metálica y cubierta de lamas de madera móviles que permiten controlar tanto la iluminación como la ventilación de los espacios. // José Lores
La obra suma diferentes galardones, entre ellos el de la XIII Bienal Española de Arquitectura, el premio Gallego de Rehabilitación y el reconocimiento del COAG en el 2014. En todos los casos se destaca la apuesta por espacios en desuso para articular lugares de trabajo que satisfacen las nuevas exigencias planteadas conservando la propia configuración de las edificaciones existentes. // José Lores
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