Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Los alumnos de 2º de Bachillerato del Castro Alobre estrenaron las clases presenciales en aulas más amplias en horario de tarde. // Iñaki Abella
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.
Las movilizaciones del instituto vilagarciano y del cambadés Francisco Asorey consiguieron un acuerdo con Educación para que los estudiantes pudiesen tener clases presenciales como los demás centros de la comarca, pero con una peculiaridad: el horario de tarde, una fórmula que trae de cabeza a la comunidad educativa.