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Vio por primera vez en directo al equipo de su corazón en Andorra, en un partido de Copa del Rey, cerca de Cataluña, donde Ramón Seijas emigró desde Galicia con 15 años, para vivir y trabajar con su padrino, fiel seguidor del Celta. Él fue quien le inculcó el amor por esos colores, a pesar de que su padre era deportivista acérrimo. Pero a Ramón le quedaba una cuenta pendiente: pisar Balaídos y, sobre todo, conocer a Iago Aspas, que no había viajado al encuentro copero. Este pasado fin de semana, el Celta jugó en casa ante el Mallorca, y este celtista de 74 años, por fin pudo cumplir su sueño.
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