"La educación emocional, asignatura pendiente"

Begoña Ibarrola, nos presenta su ponencia:

Nací en Bilbao y desde pequeña me encantaba leer, por eso las librerías del Casco Viejo fueron como mi segunda casa. Siempre tuve claro que quería estudiar Psicología ese fue el motivo de mi traslado a Madrid donde me licencié en 1977 en la Universidad Complutense. He sido terapeuta durante muchos años y ahora, en excedencia como Psicóloga de la Comunidad de Madrid, me dedico a dar formación y a escribir, mis dos pasiones.

"La emoción es un ingrediente básico del proceso cognitivo, del razonamiento"

Las emociones son una parte esencial de la experiencia humana y antes que seres pensantes somos seres sensibles. Si nos atenemos al resultado de las investigaciones sobre el cerebro, la parte de nuestro cerebro que se encarga de procesar las emociones se construye durante el desarrollo fetal, mucho antes que la parte responsable de nuestros procesos cognitivos. Durante toda la vida del ser humano, las emociones ocupan un lugar primordial como principal fuente de experiencia y sensación en cada una de las actividades que realiza, brindándole un valor determinado a cada conducta en cada momento. Son una parte esencial de la experiencia humana y una dimensión, la emocional, que debe ser educada.

Sin embargo, las emociones han sido temidas y despreciadas en la cultura humana, que ha procurado tenerlas bajo control, a veces negándolas e incluso dándoles la espalda con el pretexto de que somos seres racionales. Como bien expresa Antonio Damásio en su libro “El error de Descartes”, las emociones son importantes, pero también la razón. La distinción dualista entre cuerpo y mente constituye un verdadero error. Razón y emoción, mente y corazón, pensar y sentir, son procesos complementarios que nos ayudan a ser mejores personas, a tomar mejores decisiones, a aprender, a recordar, etc.

Esto ha favorecido su represión y no darles el espacio y la importancia que merecen en el proceso educativo. Como consecuencia de ello, la dimensión emocional ha sido alejada tanto en la cultura como en los procesos de formación, pero desde hace ya unos años, se está comenzando a incorporar al mundo de la escuela. La educación, por tanto, debe ser capaz de reconocer la dimensión emocional de todo ser humano, educarla y tenerla en cuenta en  el complejo mundo de interacciones que se producen en el aula, pero también debe entender que el rol de profesor está teñido de emociones diferentes y la tarea de educar se desarrolla en un contexto de continuas interacciones, donde lo emocional siempre está presente.

Con los descubrimientos de la neurociencia ya nadie pone en duda que el binomio emoción-cognición es indisoluble, debido al diseño y funcionamiento del cerebro. Por tanto, la emoción es un ingrediente básico del proceso cognitivo, del razonamiento.

"El aprendizaje es un fenómeno emocional y relacional"

El aprendizaje es un fenómeno emocional y relacional. Existe una estrecha relación entre aprendizaje, emociones y clima de aula. Es más, los aprendizajes dependen de las emociones, por tanto, y dada esta dependencia,  es necesario conocer cómo funcionan las emociones en los aprendizajes, cómo ponen en funcionamiento sistemas de acción (aprendizaje) y de interacción (pedagogía), y cómo estas ocurren en un contexto o clima de aula.

Gracias a las investigaciones sobre el cerebro, sabemos también que cada campo de competencias –cognitivas, técnicas, relacionales y emocionales– tiene su propio modo de aprendizaje, su sistema de memoria respectivo e igualmente estructuras nerviosas específicas. Pero numerosos experimentos demuestran que no son precisamente las competencias cognitivas las que están en el centro de los procesos de aprendizaje, sino las competencias emocionales, pues las emociones son las guardianas del aprendizaje al dirigir la atención, potenciar la motivación y la memoria. Sin embargo, no todas las competencias tienen el mismo peso a la hora de aprender o realizar alguna actividad. Las emociones pueden interferir y bloquear a un estudiante, o, por el contrario, estimular y facilitar su aprendizaje. Por este motivo, es muy importante prestar especial atención al desarrollo de las competencias socio- emocionales del alumnado.

Las competencias emocionales son el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales.

Los programas de educación emocional que se desarrollan en muchos centros educativos del mundo dan forma y generan un entrenamiento regular y progresivo desde los 3 años hasta el bachillerato. Por supuesto existe una educación emocional espontánea, basada en el modelaje de los adultos sobre los niños y también un abordaje transversal en las aulas, aunque la Comunidad de Canarias ha elegido desde el año 2014 la asignatura de Educación emocional y de la creatividad como asignatura de libre configuración que permite la ley actual de educación, pero siempre debe apoyarse en una metodología y una práctica sistemática que permita evaluar los cambios en los alumnos.

Es necesario pues abordar con urgencia la educación emocional de nuestro alumnado ya que las repercusiones de hacerlo son enormes e importante; pueden dejarse sentir en las relaciones interpersonales, el clima de clase, el aprendizaje de nuestro alumnado, su rendimiento académico, disciplina, salud física y mental, etc. Desde esta perspectiva se convierte en una forma de prevención inespecífica que puede tener efectos positivos tanto en la prevención de actos violentos, como del consumo de drogas, del estrés, de la depresión, de la salud en general, y en algo que preocupa a toda la comunidad educativa como es el bullying, los problemas de conducta y el fracaso escolar.