Un pacificador curtido
El presidente de Asturias, Javier Fernández (Mieres, 1948), es antagónico a la mayoría de los nuevos y mediáticos políticos de eslogan fácil y rápido. El mierense prefiere el mensaje sosegado, la mesura y la calma. Tanto que hasta su militancia socialista le llegó ya talludito, con 36 años, y tardó aún doce más en dar el salto a la política, tras ser elegido como diputado nacional. Ahora dirigirá la gestora que deberá de sacar al PSOE del nudo gordiano en el que se ha visto inmerso.
Ya tiene experiencia en lidiar con enconados conflictos internos en su partido. Entre los haberes de su carrera política está haber conseguido calmar las bravísimas aguas en la Federación Socialista Asturiana (FSA), y acabar con la división por "familias", entre los guerristas, encabezados por quien fuera su padrino político, el líder minero José Ángel Fernández Villa, y los entonces llamados renovadores, cuya cabeza visible era el expresidente regional, Vicente Álvarez Areces. A su ritmo, Fernández puso paz y así nació lo que ahora se conoce como el "javierismo", un tiempo de moderación interna. Funcionario e ingeniero de Minas de formación, su familia estuvo muy marcada por la derrota republicana en la Guerra Civil y por las represalias posteriores.
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