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Lineales de papel higiénico arrasados. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Aquellos días que aprendimos a olvidar

¿Recuerdan los supermercados arrasados, la lejía en la calle calles, las mascarillas caseras o el balcón a las 8? Fue solo hace cuatro años

Decir cuatro años es como decir anteayer. Sin embargo, cuando se habla de lo vivido aquel 14 de marzo de 2020, parece que haya pasado un siglo. Fue una experiencia histórica, dramática y totalmente impactante, una de esas situaciones completamente ajenas a lo común, más propias de la ficción que de la realidad. ¿Recuerdan los supermercados completamente arrasados, la fiebre por el papel higiénico y el gel hidroalcohólico, los tractores rociando con lejía las calles, las mascarillas caseras, los parques infantiles cerrados con un cordón policial, los comercios y bares con las persianas perpetuamente bajadas, el covid auto, los militares en la calle, la cita en el balcón a las ocho de la tarde o la prohibición de salir a la calle? El estado de alarma y el confinamiento que con él llegó, sucedió ayer, como mucho antes de ayer, pero en aquellos días del “quédate en casa”, del “resistiré” y del “todo irá bien”, empezamos a aprender cómo olvidarlo.

Los informes diarios sobre contagios de Covid-19 tardaron varias semanas en llegar. Cuando se decretó el estado de alarma, el 14 de marzo de 2020, los casos en Deza y Tabeirós-Terra de Montes todavía se podían contar con los dedos de las manos. El primer positivo de A Estrada trascendió el día 12. El primero de Lalín saltó el 24. Todavía era una incidencia, una noticia, con nombre y apellidos. Después llegarían las cifras para sustituir a los antropónimos.

El ejército desembarcó en la zona para desinfectar las calles.

Los concellos de estas dos comarcas actuaron rápido. Ni siquiera aguardaron a la comparecencia del presidente el Gobierno, Pedro Sánchez en la que se anunció el estado de alarma. ya desde el día 12 la actividad en estos municipios pontevedreses comenzó a paralizarse. Las agendas se cancelaron y las instalaciones municipales echaron el candado. Tras conocerse la decisión del Gobierno, los cierres protagonizaron un efecto dominó.

El aplauso en los balcones.

Fue entonces cuando la locura llegó al supermercado. Se desató la fiebre por el papel higiénico y los productos de limpieza, desde la lejía a todo aquello que pudiese considerarse desinfectante. Leche pastas, conservas y consumibles de larga duración llenaron los carros como si el estado de alarma fuese, al cambio, el fin del mundo. Y la verdad es que lo parecía.

Un control sanitario desde el coche.

En las farmacias de A Estrada ya era imposible desde febrero conseguir una mascarilla. Aquellas pantallas de los bazares orientales que algún día se consideraron una exageración, eran ahora objeto de deseo. Cada uno accedía a las medidas de seguridad como buenamente podía, cubriendo las manos con guantes para salir a esas calles en las que de noche se pulverizaba lejía a cascoporro. La falta de suministros hizo que las costureras de la zona se entregasen con desenfreno a hacer mascarillas, mientras que otros vecinos acudían al oráculo de internet para elaborar su propio gel hidroalcohólico.

Una costurera realiza mascarillas caseras

Aquellos días que ya no recordamos aprendimos también a hacer arco iris a los que sumar buenos deseos; a trabajar desde casa o a estar obligados a no acudir al trabajo. Desarrollamos también una destreza inusitada para abrir las puertas con el codo, que también se usaba para saludar. Nos las ingeniamos para que salir al balcón fuese el único momento social del día y asumimos que estábamos en manos de aquellos que bautizamos como “héroes bata blanca”. Hoy, todo esto nos parece extraño, lejano, ajeno.

A día de hoy, en el mapa del Sergas solo aparecen casos de COVID-19 en los dos municipios principales de ambas comarcas. En A Estrada se habrían registrado entre tres y cinco positivos en los últimos siete días, mientras que en Lalín serían uno o dos. En los demás territorios de Deza y Tabeirós-Montes no hay constancia, según el registro público oficial, de ningún positivo por coronavirus desde hace más de dos semanas.

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