Cangas bajó el telón del 2019 echándose a las calles en la San Silvestre más solidaria de las ocho ediciones de esta carrera organizada por el Club de Atletismo Morrazo. Un total de 2.098 corredores tomaron parte en la cita deportiva, batiendo todos los récords en su historia y superando en más de 200 atletas la participación del año pasado. El buen tiempo animó, sin lugar a dudas, a mayores y pequeños, que no quisieron perderse en un evento que, a pesar de la competencia de Pontevedra y Vigo, se está convirtiendo ya en clásico del calendario morracense.

La organización esperaba una gran respuesta y sus expectativas no se vieron defraudadas. Tanto fue así que a la hora prevista de salida de la andaina de 3 kilómetros aún había atletas recogiendo sus dorsales, por lo que hubo que retrasar las pruebas un cuarto de hora. Es más, la afluencia de participantes supuso que se agotasen los dorsales impresos y que los últimos tuviesen que ser hechos a mano.

De este modo, pasadas las 17 horas arrancó la andaina, que llevó a los más conservadores a completar un recorrido por el frente marítimo con salida y llegada en la plaza de abastos. Más tarde fue el turno de la carrera de 3,8 kilómetros de recorrido, que llevó a los corredores por la Avenida de Bueu hasta Pedra Alta, la Avenida de Vigo, la Avenida de Lugo, Reboredo, calle Noria y de regreso a la plaza de abastos. No faltaron los atletas disfrazados, con predominio de los motivos navideños, y siempre apostando por darle un toque de color. La organización repartió 23 botellas de sidra a los 23 primeros participantes disfrazados, pero ante el incremento de estos corredores ya piensa en incrementar la recompensa en años venideros a los 50 o incluso 100 primeros.

La prueba tenía un marcado perfil solidario y en ese sentido también cumplió sus objetivos con creces. Los participantes debían aportar al menos un kilo de alimentos no perecederos y los cálculos apuntan a que la recaudación se situó en torno a las cuatro toneladas, una aportación que fue a parar íntegramente al Comedor Social. Este puso unas huchas para recoger donativos y también se encargó de la logística para ofrecer el tradicional chocolate a los presentes, aderezado con roscones donados por los establecimientos colaboradores. Al término de la carrera también se celebró un sorteo con una veintena de regalos, entre ellos un jamón.