"Nos está costando arrancar", reconocía ayer Michu. Esta es una prueba de las sensaciones que hay en la plantilla céltica después de sumar siete puntos en ocho partidos de Liga. Este pobre balance de resultados mantiene al Celta en una de las posiciones de descenso por quinta jornada consecutiva. La clave, como proclamaba el sábado Eusebio Sacristán, se encuentra en el estadio de Balaídos, donde el equipo vigués solamente ha sacado adelante dos de los doce puntos en juego.

El club no puede quejarse del rendimiento del equipo en los desplazamientos, donde sólo ha perdido en una ocasión: en Córdoba. En el resto de viajes se ha guardado algún punto en el equipaje, como el que el sábado logró en Cartagena, el equipo revelación que lidera la tabla de Segunda. El mismo resultado obtuvo en Salamanca. En Huelva se superó y festejó la primera victoria del campeonato.

Pero lo que ha ganado fuera lo ha despilfarrado en casa, donde dejó que el Numancia y el Hércules se saliesen con la suya y sumasen tres puntos cada uno. En los otros dos compromisos ante su afición –Levante y Albacete–, no ha pasado del empate.

Y ha sido a partir de la quinta jornada, después de tropezar ante los alicantinos, cuando los celestes se instalaron entre los cuatro últimos de la clasificación, el lugar que conduce al infierno al final del torneo y por el que han merodeado peligrosamente en las dos últimas campañas.

En ambas, el comienzo fue parecido al de este curso. Es más, el anterior es idéntico: siete puntos en las primeras ocho jornadas. Aquel proyecto, sin embargo, era mucho más ambicioso que el actual por el coste económico que suponía la plantilla y por las ambiciones del club de recuperar cuanto antes la máxima categoría. El mejor arranque coincidió con Stoichkov al frente de la plantilla, que fue fulminado del cargo en la séptima jornada. En la octava, ya que López Caro en el banquillo, el Celta sumaba once puntos.

Estos resultados negativos tuvieron peor acogida entre la afición que los alcanzados por ahora con Eusebio, ya que el equipo ha sufrido una profunda transformación y ahora la ilusión se mantiene con gente de la cantera: hasta siete futbolistas formados en A Madroa vistieron la camiseta celeste el sábado en Cartagena.

Los plazos, sin embargo, se agotan y el equipo, como admitía el sábado Eusebio, tiene que superar la asignatura pendiente de Balaídos, donde en los últimos cuatro años ha enterrado todas las ilusiones por recuperar los resultados que le llevaron a viajar por Europa. Ahora, parte de la afición se conforma con vivir una etapa tranquila de transición y a esperar que lleguen tiempos mejores.