Hasta ahora se han conocido pocas ventajas del método químico de análisis de biotoxinas. Una de ellas, que a buen seguro no es ningún consuelo para los mariscadores y mejilloneros, puede agradar a ecologistas y animalistas: el indulto de alrededor de 18.000 ratones al año.
Hasta ahora la presencia de episodios tóxicos en Galicia, lo que popular y erróneamente se conoce como "marea roja", se detectaba y seguía de cerca mediante el bioensayo en ratón, es decir, inyectándoles las células tóxicas. De lo que se trataba era de ver cómo respondían, y en función de si morían más o menos ratones, así como del tiempo que tardaban en hacerlo, se decidía cuándo abrir y cerrar polígonos bateeiros o bancos marisqueros.
Con la cromatografía de líquidos con detector de expectrometría de masas (LC-MS/MS), es decir, el método químico, el bioensayo pasa a un segundo plano, y aunque van a seguir utilizándose ratones, van a ser muchos menos, para satisfacción de los defensores de los animales, que también presionaron lo suyo en Europa para conseguir este cambio analítico.