Un año y tres meses de silencio autoimpuesto que llega a su fin. A finales de diciembre de 2014, con el líder de los miguelianos Feliciano Miguel Rosendo detenido e ingresado en prisión provisional y con la firma del decreto de disolución de Orden y Mandato de San Miguel Arcángel firmado por el obispo de la diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, el activo grupo que destapó y denunció las presuntas irregularidades del fundador de la denominada secta de Oia, anunció que no realizarían nuevas declaraciones para dejar trabajar a la Justicia y a la Guardia Civil, en cuyas manos habían puesto ya toda la documentación y testimonios de que disponían.

El grupo, autodenominado Afectados de Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, había comparecido públicamente para exponer la situación de las víctimas con intención de recuperar la libertad de quienes habían seguido a Miguel Rosendo a Madrid, constituyendo la Voz del Serviam que también fue desautorizada como asociación católica por el arzobispo de la capital. No querían un juicio paralelo y el secreto de sumario impuesto por el juez de Tui les llevó a retirarse de los medios de comunicación tras personarse como acusación particular en las diligencias abiertas contra Rosendo por presuntos delitos de asociación ilícita, posibles abusos sexuales y blanqueo o fraude fiscal.

El secreto de actuaciones, con una docena de imputados, fue levantado el pasado miércoles y aunque todavía no han tenido acceso al sumario completo, preparan ya los nuevos pasos legales a dar. Con su abogada analizarán las declaraciones y datos que obran en la causa, hasta ahora desconocidas, y estudiarán las pruebas y comparecencias que solicitarán. Algunos de los padres que forman parte del colectivo apenas saben algo de sus hijas en la actualidad, si bien otros han recuperado a los suyos pues tras el ingreso en prisión del líder volvieron a casa.

Miguel Rosendo sigue en el centro penitenciario de Teixeiro, en A Coruña, donde recibe numerosas cartas y visitas de algunas de sus acólitas. El cambio de abogado llevó también un cambio de su actitud en prisión. El que se consideraba el mismísimo Arcángel San Miguel, que entraba en su cuerpo y hablaba por su boca, apenas se relacionó inicialmente con otros presos y no pisó la capilla durante meses. Ahora participa en actividades y temas solidarios y al parecer vuelve a frecuentar la iglesia.