Tradición maderera y ciclista van de la mano. Desde su invención, los velocípedos han tenido en el material que procuran los bosques el origen de sus cuadros. Con el paso del tiempo la tecnología ha ido buscando estructuras cada vez más ligeras y resistentes en elementos como el aluminio, el carbono o el titanio. Hasta encontrar de nuevo los orígenes. Que en este caso están en Verín y de la mano de Gerardo Fernández Pousada, gerente de Cyclowood con 32 años y cuarta generación de una familia que ha tenido en las bicicletas de madera una de sus señas de identidad. Lo de hacer velocípedos artesanales con este material les viene de hace casi un siglo y hoy deportistas de élite mundial corren con estas máquinas que con sello gallego se están haciendo un importante hueco entre aficionados y profesionales del pedal.

"Mi bisabuelo fabricó en 1922 la primera bici de un modo lógicamente muy artesanal, hasta tal punto que todos los mecanismos y engranajes los hizo en una forja que tenía", cuenta Gerardo Fernández. Dos ruedas de cuerda trenzada completaban aquel prototipo de principios del siglo XX "que fue capaz de recorrer una distancia aproximada de 80 kilómetros sin percance alguno", refiere el descendiente del creador de aquel ingenio. La familia continuó mejorando los modelos y a finales de 2008 retomaron la idea de fabricar nuevamente bicicletas de madera.

Tras estos cuatro años de estudios y ensayos vuelven a comercializar estas joyas de la carretera. De las aldeas de Verín y alrededores -donde las vendían los abuelos- han dado el salto no solo a España, también a Europa, especialmente a Alemania y Suiza, donde existe una mayor tradición de moverse sobre dos ruedas.

En la actualidad fabrican entre 40 y 50 velocípedos al mes en los cinco mil metros de instalaciones que la firma gallega tiene en Verín en la que trabajan once personas que combinan artesanía con tecnología. Gerardo, que ha vivido entre pedales, manillares y aromas de bosque, no tiene dudas respecto a las ventajas de los cuadros de madera, que tienen como base siempre el fresno, aunque después se pueda combinar con cedro, nogal u otros acabados. "La madera es ligera -según el modelo y talla una bicicleta puede pesar entre un kilo y medio y algo más de dos kilos-, resistente, flexible, fácil de restaurar y no contamina. La fibra natural de la madera tiene propiedades físico-mecánicas únicas", dice el gerente de Cyclowood, que aporta otros datos como la relación entre dureza y flexión, lo que hace que absorba las vibraciones del impacto como ningún otro material, al tiempo que mantiene su forma original inalterable. Así, en comparación con los cuadros de fibra de carbono, los de madera amortiguan mejor y hacen la conducción más cómoda, mientras que la resistencia a la fatiga de este producto natural es superior a materiales como el aluminio o el acero. Modelos realizados con piezas de bosque que desde Verín comercializan en versión de carretera -en este caso solo el cuadro- y cruiser o urbana, cada una única e irrepetible, ya que nunca es posible elaborar dos máquinas iguales. En esta fábrica de Verín siguen con la vista en el futuro y entre sus proyectos más inmediatos se cuenta un modelo de montaña "que según nuestros cálculos podríamos presentar a principios de año". Cyclowood acompañó la Vuelta Ciclista a España durante varias etapas, diferentes corredores comprobaron las bondades de la madera y, en unos días, el ultraciclista Clinton Summer correrá el reto Alicante-Tourmalet -1.250 kilómetros sin descansar- en una bicicleta de la firma gallega. La triatleta Cristina Azanza y el corredor Rafael Pérez San José son otros nombres de los muchos que han probado las características y rendimiento de estos velocípedos ourensanos, que quieren hacerse un hueco también en Estados Unidos y Asia.