Soy espectador bastante asiduo de las tertulias políticas que nos ofrecen las televisiones y, casi siempre, al apagar el receptor me acomete una desagradable inquietud de impotencia, al constatar que nadie exige a los que sostienen que el 'no' a la investidura no provoca el bloqueo de la situación, que aclaren con rotundidad cómo pueden justificar su tesis. Y aunque haya tímidos conatos de hacerlo se acaba comulgando con ruedas de molino y dejando vivo un absurdo que hiere palmariamente al sentido común.

Los socialistas acusan a Rajoy de inmovilismo negociador y le invitan a que busque los apoyos necesarios atrayendo a la derecha que le es afín. Pedir peras al olmo, porque la aritmética es imperativa y no admite interpretaciones partidistas. De hecho, los populares solo alcanzarían 170 escaños sumando a sus 137 los 32 de Ciudadanos y 1 más de los canarios. Los 6 que les faltarían para una mayoría absoluta y dar luz verde a la formación de Gobierno tendrían que buscarlos en la ultraizquierda y las formaciones independentistas, configurando un ejecutivo frankenstein que ni por asomo puede contemplar el partido centrista que sostiene al actual ejecutivo. Recordemos, además, que cuando los socialistas pactaron con Ciudadanos establecieron prohibición expresa de acudir a esas formaciones marginales. ¿Cómo pueden pedir a los populares que hagan lo que ellos rechazaron de plano?

Tampoco es de recibo que se tilde a Rajoy de "inmovilismo negociador" cuando es patente que afanosamente lo está intentando. Claro que no pudo negociar con los socialistas, porque estos desplegaron el escudo del 'no', sin siquiera oír las propuestas, negándose incluso a recibir el dosier donde se explicaban tales propuestas. ¿Dónde está el inmovilismo negociador?

Así las cosas, es irrefutable que con la abstención de los socialistas de inmediato se formaría el gobierno y que con el 'no' de Pedro Sánchez la situación se bloquea. ¿Cómo puede sostenerse que el no del PSOE no es un bloqueo? Su absurda y falaz defensa aparece siempre enmarañada por circunloquios y rodeos demagógicos que no conducen a nada concreto.

Es preocupante la falta de altura de miras ante tan sustancial problema de Estado, sin calibrar el riesgo de que no se aprueben los presupuestos generales, de tener que hacer frente a una costosa sanción de Bruselas, de que se congelen las pensiones y de vernos abocados a unas nuevas elecciones. Quien no dé la talla en tales circunstancias es muy probable que tampoco la dé en una hipotética gestión de gobierno.

Es ya notorio que destacados barones del Psoe difieren de la línea oficial, oponiéndose a unos vergonzosos terceros comicios, cuyos resultados podrían ser catastróficos para los socialistas. Consideran presumible que el Partido Popular siga mejorando sus resultados y que ellos, en caída libre, se vean superados por Podemos. Tres derrotas consecutivas con constante empeoramiento llevaría a la definitiva defenestración de D. Pedro, cuya dimisión sería de obligado cumplimiento

Es incuestionable la responsabilidad o irresponsabilidad de quienes mantienen el no y el bloqueo y, de no rectificar, acabaran pagándolo a muy alto precio. Y en otro espacio, bien distinto, aunque se esté dispuesto a colaborar, no resulta demasiado satisfactoria la prepotente arrogancia de Rivera, impropia de su modesto bagaje electoral y sin sopesar que cuando se tensa en demasía la cuerda, se corre el riesgo de que rompa.