"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
Una travesía de vida con escala en Cangas
GONZALO NÚÑEZ
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.
"Hay tres clases de hombres: los vivos, los muertos y los que se hacen a la mar". El aforismo de Sócrates tiene plena vigencia para Marc Royer, reconocido cirujano pediátrico del Hospital de Niños de Bruselas que, al ser diagnosticado de Párkinson, decidió vender sus bienes, comprarse un velero, el Heremoana ("Océano del amor", en lengua polinesia) y cruzar el planeta. Con esa filosofía de vida, hace seis días partió del puerto francés de La Rochelle con dos jóvenes e improvisados acompañantes y ayer llegaron a Cangas, primera escala de un sueño que tiene su meta en Tahití.