En Europa no hay dos bandos sino tres. La canciller alemana Angela Merkel lidera la austeridad frente a los estímulos porque ve la economía desde los fundamentos de su país. Una potencia exportadora es antitética de la inflación y tiene su futuro comprometido con los ajustes internos que le garanticen la competitividad exterior. Merkel desea para la UE lo mismo que para sí: "El Gobierno alemán espera más sacrificios de sus socios", dijo ayer "Der Spiegel" citando un informe del ejecutivo de Merkel. Pero los resortes y las estructuras del sur difieren de las del norte e iguales recetas pueden generar efectos distintos.

Francia e Italia exigen políticas de estímulo. En el medio está Mariano Rajoy. En la oposición éste dijo que su política sería la de Merkel y, ya en el Gobierno, sostuvo (Lisboa, 24 de enero de 2012) que su política sería como la de Passos Coelho en Portugal. En Oporto, el 9 de mayo de 2012, Rajoy enfatizó que "el debate no es relajar el déficit sino cumplirlo". Desde entonces ha negociado con la UE tres relajaciones del déficit. El 22 de junio de 2012 se alió en Roma con los partidarios del crecimiento. Su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, sostuvo en Múnich el 1 de febrero de 2013 que no se puede combatir el déficit en una recesión y que para el ajuste fiscal se precisa crecimiento. En España el Gobierno y el PP dicen lo contrario.