El Xuven jugó ayer a convertirse en el Doctor Jekyll y Mister Hyde. Los hombres de Miguel Ángel Hoyo jugaron una primera mitad descomunal, en la que desesperaron por completo a un Araberri que no encontraba la fórmula para frenar a un adversario que se gustaba. Sin embargo, la segunda mitad fue todo lo contrario, el Xuven se fue diluyendo poco a poco ante la tupida defensa visitante, mientras el Araberri se fue haciendo con el encuentro hasta acabar imponiéndose. En los dos primeros cuartos, el Xuven fue todo ambición. Defendió de manera espectacular a un Araberri que se vio en muchos apuros para frenar la avalancha de juego local, en especial en el segundo cuarto, con un Adrián Chapela soberbio. Un ejemplo de la superioridad local fue la última jugada antes del descanso, una jugada coral que finalizó con un triple espectacular de Sergi Quintela sobre la bocina que dejaba el partido en 50-34 y con muchos mimbres de ser resuelto por los amarillos.

Sin embargo, la decoración cambió en el tercer cuarto. Los amarillos comenzaron con dos triples consecutivos de Chapela y Almeida que situaban el marcador en 57-36, 21 puntos que parecían un muro muy difícil de remontar para el Araberri. Los vascos comenzaron a fajarse en defensa, y gracias a ese esfuerzo le endosaron un parcial de 5-29 que los ponía por delante en el marcador, mientras el Xuven se diluía como un azucarillo, con pérdidas de balón debido a la precipitación en la toma de decisiones. El triple que anotó Hart para conseguir que el Araberri se pusiese por delante, enrabietó al público de O Pombal, porque el alero visitante lo anotó con Chufi Rodríguez en el suelo doliéndose de un golpe en la cara. A partir de ese momento, entraron en acción los árbitros, al ignorar una serie de faltas claras de los visitantes y endosarle una técnica a Miguel Ángel Hoyo en pleno descanso entre los dos cuartos. A partir de ese momento, el Xuven se desquició y ya no fue capaz de poner en riesgo la ventaja de los vascos. Tan solo un triple de Callagham y una serie de tiros libres de Baru les mantenían con vida y con opciones. A faltas de un minuto, el Xuven pudo colocarse a una canasta de distancia, pero no acabó encontrando el aro.