Pekín es el destino actual en el cosmopolita itinerario de Eduardo Domínguez. El preparador físico vigués, asociado al entrenador madrileño Luis García Plaza, acaba de lograr el ascenso a la Superliga china con el Beijing Renhe. Un éxito que ha podido compartir con su hijo mayor, Borja, que trabaja a su lado como readaptador.

Eduardo Domínguez inició su carrera de forma totalmente opuesta a como se desarrolla actualmente, con puesto sedentario en A Madroa: dos años en la cantera y nueve en el primer equipo a las órdenes de Castro Santos, Irureta, Víctor, Lotina, Antic e incluso Sáez y su íntimo Moncho Carnero en las agonías de la campaña 2003-2004. Después ha ido ligando su devenir a diferentes técnicos: Lotina (Espanyol, Real Sociedad, Deportivo), Karpin (Spartak, Mallorca) y ya con Luis García en el Baniyas de Abu Dabi. Diecinueve temporadas en total y un prestigio sólido en su oficio.

La aventura arábiga, concluida en 2015, había sido su último trabajo a tiempo completo hasta que en junio volvió a sonar el teléfono. Era Luis García. El Beijing Renhe, cuarto clasificado en la League One (Segunda División) de China, acababa de destituir a su entrenador en la duodécima jornada, de treinta que componen el campeonato. La directiva exigía el ascenso, que premiaba a los dos primeros. "No era un reto fácil. Ir a un equipo en descenso y salvarlo es otra cosa", valora Domínguez. Pero aceptaron.

García, Domínguez y los demás miembros del cuerpo técnico -ayudante, entrenador de porteros y analista- se pasaron los días previos a la mudanza empapándose de toda la información posible. En la League One, como en la Superliga, abundan los entrenadores extranjeros e incluso españoles: López Caro (Dalian Yifang), Juan Ignacio Martínez (Shanghai Shenxin), Jordi Viñals (Qingdao Huanghai)... El Renhe, sin embargo, se había confiado exclusivamente a técnicos chinos en el último lustro. "Querían cambiar, abrir las ventanas y que entrase aire fresco", describe Eduardo.

El Renhe es un club especial, más al estilo de una franquicia. La empresa propietaria, con su matriz en Hong Kong, tiene también en su catálogo al Reading de la Championship inglesa y al Roeselare de la segunda belga. Al equipo chino, fundado originalmente en Shanghai, lo han rebautizado en doce ocasiones y lo han ido trasladando en busca del mercado más adecuado: Xi'an, Guizhou... Se mantuvo en la máxima categoría durante más de una década y el descenso, hace dos años, resultó traumático. "La diferencia en derechos televisivos es incluso más brutal que en España", explica Domínguez. De ahí la mudanza a la capital, en busca de mayor impacto, y de ahí la presión por ascender.

Ese carácter trashumante condiciona las infraestructuras del Renhe. Domínguez compara:"No existe una Madroa, una Praza de España. El club no existe como lugar físico". El Fengtai Stadium, donde juegan y se entrenan una vez a la semana, lo ocupan en alquiler igual que la ciudad deportiva, el gimnasio o la residencia donde los jugadores y entrenadores tienen habitaciones, más allá de sus apartamentos privados en la ciudad. Los gestores de la Superliga han dado un plazo de dos años para construir dependencias propias. A los partidos acuden entre 7.000 y 12.000 espectadores, más curiosos que aficionados. "Dicen que en Superliga crecerá el número. Es algo difícil de entender en nuestra mentalidad", declara el excéltico.

En otras cuestiones el Renhe no repara en gastos. En la League One, en general, "hay mejores contratos que en España". Aunque es cierto que el fútbol chino ha escarmentado con casos como el de Tévez en la Superliga. "Con el paso del tiempo se van midiendo en el perfil de extranjeros. Buscan gente que todavía esté a buen nivel". García tiene a sus órdenes a tres: el brasileño Ivo, el internacional ecuatoriano Ayoví y el keniata con pasaporte belga Masika. Los restantes son chinos, de los que Domínguez habla maravillas: "Son disciplinados, atienden y cumplen lo que les intentas inculcar, y tratan de llevar a cabo lo que el mister les pide. Es verdad que les falta ese talento, esa improvisación que también hay que tener en los juegos colectivos. La llegada de extranjeros de nivel está ayudando a que el jugador chino adquiera esa capacidad y no estén solo pendientes de la ruta que les marca el entrenador".

En su parcela en concreto, el vigués se ha encontrado mucho terreno que arar. "Desde edades tempranas tienen una formación multideportiva. Son jugadores bien dotados, valientes, agresivos,intensos, con buena capacidad de sacrificio. Pero potencialmente pueden mejorar. No tienen una metodología de entrenamiento muy ajustada al fútbol. Han trasladado mucho de los deportes individuales, de la gimnasia, del atletismo, de la halterofilia. Eso les ha hecho un poco de daño".

Domínguez ha tenido que negociar un territorio de entendimiento con el jefe de los servicios médicos. "Nuestra relación personal es excelente. Pero él tiene sus ideas de medicina oriental. Aquí emplean mucho la acupuntura, por ejemplo. Yo le comentaba lo que se hacía en Europa". Poco a poco ha ido cosiendo un nuevo entramado de servicios, protolocos, rutinas, planes nutricionales... Han sido cuatro meses de esfuerzo intensivo, de la madrugada al anochecer. Fichar a un readaptador que cuidase a los lesionados se convirtió en una necesidad y fue el propio Luis García el que propuso el nombre de Borja Domínguez, que en ese momento trabajaba en las categorías inferiores del Celta. El padre valora: "Ha sido una experiencia interesante para ambos".

En este corto espacio de tiempo han sabido crear "una comunidad multidisciplinar y multirracial" en la que han desempeñado un papel esencial los tres traductores de español y el traductor de portugués. La cooperación ha ofrecido un resultado extraordinario: se ganaron los primeros cinco partidos con Luis García, se ha logrado el liderato y el ascenso queda certificado a falta de dos jornadas. "Nunca había podido vivir un ascenso. Me ha reforzado mucho", confiesa Domínguez.

El cuerpo técnico tiene un año más de contrato, aunque cualquiera de las partes puede rescindirlo antes del 15 de este mes. García y sus colaboradores quieren asegurar medios y personal que les permitan competir por la permanencia en la Superliga. Lo probable es que los Domínguez prolonguen su estancia en el Lejano Oriente: "Luis tuvo una oferta para firmar tras uno de las primeras destituciones en la Liga española. Tuvimos que rechazar la oferta por nuestro compromiso aquí. Había que ser honesto. Estaría muy feliz de volver, pero el fútbol no se acaba en España o Europa".