Al margen de la pelea que el Celta protagonizará en las últimas jornadas por meter la cabeza en competición europea, el final del actual ejercicio tendrá como indiscutible protagonista a Borja Oubiña. El mediocentro vigués se enfrenta a su última etapa como futbolista de la primera plantilla del club al que llegó siendo un crío hace más de veinte años. Un momento cargado de simbolismo porque supondrá el adiós de uno de los grandes iconos de la vida reciente del Celta. Las pocas dudas que pudieran quedar en el ambiente las disipó hace una semana el presidente Carlos Mouriño cuando anunció en un acto público que de cara a la próxima temporada el club perdería al danés Krohn-Dehli y a Borja Oubiña, que llevaba toda la temporada sin poder jugar por sus problemas en la rodilla. Una simple frase deslizada casi sin querer, pero con un profundo contenido.
Es evidente que el anuncio oficial le corresponde a quien ha portado durante los últimos años el brazalete de capitán del Celta. Mouriño simplemente avanzó lo que casi todo el mundo imaginaba y dejó clara una de las parte del final de la historia. Ahora es Borja Oubiña el que tendrá que hablar y quien tendrá que decidir el camino por el que continúa su vida. El Celta quiere que ese recorrido profesional lo siga haciendo en la que ha sido su casa, pero en una función que aún está por resolver. El club le ha hecho un par de propuestas pata seguir unido a su estructura deportiva que Oubiña estudia con la calma con la que siempre ha analizado su vida o su carrera deportiva. El Celta, que quiere aprovechar las cualidades del futbolista en otra faceta, espera con tranquilidad su decisión. La intención de los protagonistas de este proceso esté marcado por la ejemplaridad y que la transición en la vida de Oubiña se realice con absoluta normalidad, independientemente de cuál sea la elección final del futbolista. En los últimos días se ha especulado con la posibilidad de que se le haya ofrecido la dirección de la cantera, puesto que en estos momentos ocupa Toni Otero. Nada más lejos de la realidad.
El capitán del Celta no ha querido hablar en los últimos días, pese a la evidente curiosidad que existe por conocer su futuro, sus impresiones, sus sensaciones. Solo se permitió una leve comparecencia el pasado domingo ante los micrófonos de Canal Plus en el descanso del Celta-Real Madrid. Ahí sonrió cuando se le preguntó por su futuro y aseguró que aún no era el momento de resolver si colgaría las botas o qué otro camino elige de cara al futuro. Porque también existe la posibilidad de que el vigués tome la decisión de seguir jugando al fútbol una vez recuperado de sus problemas físicos. Si esa es su decisión es evidente que no será en el Celta. Mouriño lo dejó claro en esa frase medio furtiva. El mediocampista acaba contrato el próximo 30 de junio y en la Plaza de España no se plantean la posibilidad de prolongar esa relación. Quieren seguir unidos a Oubiña pero de otra manera y en ese punto se encuentra la historia.
Es difícil prever el momento en que se resolverá la duda sobre Oubiña.El Celta le ha concedido el tiempo que necesite para tomar la decisión y él maneja el tiempo sin agobios mientras todos los días continúa con el trabajo en su rodilla. En el club existe el deseo de que Oubiña se despida como futbolista del Celta desde el césped de Balaídos en lo que podría ser un momento memorable, un colofón único para la temporada. Pero todo depende de la articulación y del jugador. No parece que existiesen grandes impedimentos para que pusiese suceder salvo que el propio desarrollo de la competición y la carrera por un puesto en la Europa League que protagoniza en estos momentos el Celta condicione la última jornada y le dé a ese partido ante el Espanyol -en el que previsiblemente se produciría la despedida- un especial dramatismo. Pero es pronto para saberlo y todo está pendiente de la evolución de Borja y de la frialdad con la que siempre ha analizado este tipo de situaciones. Borja Oubiña tiene ahora la palabra.
