La llave del ascenso estaba, de nuevo, en Balaídos. El Celta esta vez no la ha dejado escapar. El inicio de curso mostraba que el "síndrome" todavía estaba vivo. Los fantasmas seguían pululando por el feudo celeste. El equipo de Paco Herrera comenzaba la competición doméstica con una derrota ante el Elche, un rival directo en la lucha por el ascenso. Primer revés de la temporada para el conjunto vigués.

Dos semanas después casi se repite la misma historia. Orellana evitaba la debacle ante el Valladolid al transformar un libre directo en el último segundo (1-1). La siguiente visita tampoco se fue de vacío de Balaídos. La UD Las Palmas vencía al Celta gracias a una jugada a balón parado. El celtismo no veía razones para la ilusión. Tercer partido como local en Liga y segunda derrota. El "síndrome de Balaídos" estaba más vivo que nunca.

La maldición empezó a cambiar con la visita de la SD Huesca. El conjunto vigués dio un puñetazo sobre la mesa y endosó una goleada al cuadro aragonés (4-0). La siguiente jornada también sería en casa. Era otra oportunidad para enganchar a la afición. Demostrar que lo acontecido la temporada pasada había quedado en el olvido. El Celta dio la cara y derrotó al Girona (2-0). El ascenso comenzaba a ser una realidad.

Los de Herrera no sólo ganaban, sino que realizaban un fútbol vistoso. El "Tourmalet" supuso un nuevo palo. El Hércules, con un estilo pragmático, asaltaba Balaídos (0-1). A partir de ahí emergió un nuevo Celta. La derrota en el Mini Estadi propiciaba una revolución. Herrera apostaba por el 4-2-3-1 como dibujo táctico y por Oier y Túñez como pareja de centrales. Los resultados llegaron. El "jogo bonito", también. El cuadro celeste cosechó ocho triunfos consecutivos ante su afición. La racha se truncó en el derbi. El Dépor se llevaba el clásico del fútbol gallego sobre la bocina (2-3), echando por la borda la reacción celeste (había neutralizado los goles de Riki y Lassad).

Balaídos seguía teniendo la llave. El tropiezo ante el Deportivo no amilanó a los de Paco Herrera. Dieron la cara ante el FC Barcelona B. Se notaba la ansiedad. Se había perdido la seguridad en uno mismo, pero un regalo de un defensor azulgrana abrió el camino hacia la victoria. El choque acabó en goleada. El Celta volvía a iniciar una racha triunfal ante su afición. Los siguientes partidos también cayeron del lado vigués. Victorias contundentes. El Alcorcón, el Alcoyano y el Xerez fueron las siguientes víctimas. Estos resultados colocaban al conjunto vigués como el segundo mejor local de la competición. Balaídos se había convertido en un fortín, una fortaleza en la que se ha sustentado buena parte del ascenso.