Queridísima Mª Elvira:
José Ramón, como tú, amigo del alma, desde que nací.
Nacimos el mismo año, en el mismo barrio y en la misma ciudad, Ourense.
Inauguramos los tres juntos en el año 67 la facultad de económicas de Santiago y seguimos regando, desde hace ya muchos años, con una docena de amigos de la época santiaguesa, nuestra profunda amistad en unos encuentros periódicos que dimos en llamar La Comi-Dita, en los que él, gran gastrónomo, fue siempre pieza fundamental.
Estamos todos desolados y nuestros pensamientos van, ineludiblemente, hacia ti.
Los míos, en clave orensana, y por las razones expuestas, también hacia sus hermanos y toda la querida familia Pérez Rumbao-Pérez Nieto.
De su trayectoria empresarial, no voy a añadir nada más a lo dicho, brillantemente ayer en este mismo medio y que bien conoces, más allá de nuestra profunda admiración a su obra. Pero si quiero esbozar, en dos líneas, en nombre propio y de todos nuestros amigos y colegas de los que hablaba, su compromiso con Galicia y con nuestro despoblado Ourense, con el deporte, con el arte, con la ciencia, la cultura y en definitiva con el saber, sin entrar en detalles, porque no le gustaría.
Su agudísima inteligencia, su sentido de la amistad, su siempre certero análisis de la realidad circundante, su finísimo sentido del humor y su sutil y positiva ironía para quitarle importancia a cosas que tenían que ver con él o con los suyos, o para enjuiciar situaciones disparatadas, graves y/o adversas, abriendo, siempre, puertas a la esperanza, hacían de él ese amigo querido, afable, serio, profundo y divertido que fue.
Este José Ramón, insustituible, se nos fue, pero su recuerdo y nuestro afecto, ese, no nos lo podrán robar.
Por último, no dudo, Mª Elvira, que estas líneas, escritas con más o menos acierto, expresan el sentir de todos y cada uno de nosotros.
Un beso y hasta pronto.
*Presidente de Grupo Terras Gauda
