El Tourmalet
El ciclismo es el espejo del alma

Tourmalet por Sergi López Egea. / REDACCIÓN

Al ciclismo se le puede considerar algo así como el espejo del alma, visto lo que ha ocurrido en esta Vuelta. Y ello nos debería alegrar a todos los que amamos este deporte. Si no interesara, si no tuviera impacto mediático, si no fuera el escenario perfecto para exponer reivindicaciones, a nadie se le habría ocurrido acudir a las etapas con banderas palestinas. Como a nadie con dos dedos de frente se le habría pasado por la cabeza intentar cortar a ciclistas cuando circulan a 45 por hora y pueden ocasionar un gravísimo accidente. Así no se defiende a Gaza.
La Vuelta 2025 pasará a la historia como el espectáculo deportivo de mayor envergadura que se utilizó para denunciar el genocidio en Palestina a través de la controvertida participación del conjunto Israel-Premier Tech en la prueba. Posiblemente nunca se había usado una competición deportiva, de forma tan consistente, como marco para una protesta de tipo social o político.
Y por ello nos tenemos que alegrar, porque muestra la fortaleza y la vida que tiene este deporte, tantas veces castigado y que tantas tonterías cometió hace unos años, cuando enfermó y pareció que entraba en un túnel sin salida a consecuencia del dopaje.
El regreso de los patrocinadores
Los patrocinadores, los que se fueron -caso del Rabobank que ahora ya es marca secundaria del Visma de Vingegaard y Van Aert- han regresado y otros -no hay que esconderlo, porque ha sido la razón de la protesta- lo usan para blanquear lo que nunca tenía que haber ocurrido. Hay en otros deportes patrocinadores y patrones de origen israelí y no hay caza de brujas, ni racismo hacia ellos, pero el Israel-Premier Tech es embajador deportivo de un país, y de ahí que se haya organizado una revuelta popular en buena parte de las etapas disputadas en esta ronda española. Injustificable, se mire por donde se mire, el intento de corte de la competición de este último sábado poniendo en peligro la integridad física de los ciclistas.
Lance Armstrong, dopaje aparte, mostró hace 20 años otra de las caras amables de este deporte con su campaña Livestrong que contó con el apoyo de Nike. Medio planeta se colocó en la muñeca una pulsera amarilla de silicona que se utilizó para recaudar fondos contra el cáncer y que todavía se venden a través de internet. Fue un ciclista quien estaba al frente de esta iniciativa mundial.
Apoyo popular
En tres semanas siguiendo una Vuelta marcada por el apoyo popular a Palestina se ha verificado, en líneas generales, el comportamiento cívico, aunque, evidentemente, se originaron situaciones y reacciones que no debieron producirse y que no ayudaron a la campaña, con interrupciones de etapas e insultos a corredores y equipos que estaban al margen del Israel.
Detener las etapas, provocar un corte lanzándose a los ciclistas a pies de Navacerrada, era dañar la propia imagen de la campaña porque si Netanyahu estaba viendo la carrera desde Tel Aviv lo que más le podía doler era comprobar como kilómetros de carretera se llenaban de banderas de Palestina pasando el pelotón tranquilamente entre las enseñas y no incidentes, en una Vuelta donde más que represión, como denunció de forma incorrecta y populista una política española, hubo libertad de expresión.
Nunca con violencia
La violencia no conduce a ninguna parte. No te puedes lanzar contra un corredor en marcha. Y menos en el ciclismo, donde rara vez se pegan los corredores, no acostumbra a haber bronca entre los participantes, y si ahora ha llegado el invento de las tarjetas amarillas -otra absurda creación de la UCI- ha sido más para amonestar situaciones tontas de carrera que peleas entre los ciclistas.
Si hay un deporte antiviolento es el ciclismo. Vayan a un puerto, sobre todo en el Tour, y vean como la gente anima y ayuda a todos los corredores, a los que se les entrega hasta agua si lo piden. Los aficionados no se pelean entre sí, aunque estas últimas temporadas han aparecido los ‘hooligan’, que si hacen burradas, suelen ser más producto del alcohol, aunque ni se tiran sillas, ni destrozan el paisaje.
Conciencia internacional
Acaba una Vuelta especial en la que ni ha habido tiempo de hablar del ‘landismo’, que sigue existiendo, aunque a Mikel le haya dolido demasiado la espalda para intentar una gran gesta que casi la logra en la sierra de Guadarrama. Otra vez será. No hay duda en ello.
Ojalá lo visto en esta Vuelta, el espejo del ciclismo, sirva para concienciar todavía más al mundo de que no se puede mirar hacia otro lado y muchos países tomen conciencia y partido para denunciar el genocidio en Gaza, aunque algunos al final trataron de pifiarla.
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