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El Tourmalet

¡Viva el morbo y la crónica de sucesos!

Tourmalet por Sergi López Egea

Tourmalet por Sergi López Egea / REDACCIÓN

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Salamanca (enviado especial)

Cuando se hace difícil hablar exclusivamente de ciclismo uno no puede hacer otra cosa que sentirse feliz y satisfecho de la nueva dimensión que algunos medios están dando a la Vuelta, sobre todo cadenas televisivas, los que siempre tienen la sana costumbre de dedicar minutos y minutos a este deporte. Y, sobre todo, contarlo como si fuera una crónica de sucesos.

Quisiera preguntar, sin ánimo de ofensa, qué pensarían los telespectadores, los que siguen de forma apasionada la información deportiva, que generalmente se ofrece en el cierre de los informativos, si hablasen de forma parecida de los partidos de la Liga. ¿Se imaginan ofrecer el resumen de un duelo del Barça o del Madrid -con goleada para darle mayor relieve- sin repetir los tantos y, sobre todo, sin dar el resultado y sin que nadie se entere de quién ha ganado el encuentro de marras?

Acercarse a los activistas

Cuando el morbo se apodera de la información, cuando aparecen enviados especiales que piden acreditaciones para acercarse exclusivamente a los grupos de activistas por Palestina, que aguardan, más con nervios que con paciencia, que haya incidentes, que se lancen en tromba contra un corredor del Israel, que se peguen con alguien que los increpe, que les dé de tortas la policía o, lo mejor, que derriben las vallas, interrumpan la carrera y de paso proclamen la tercera república. Y dando la impresión que tampoco les preocupa mucho lo que pasa en Gaza. Entonces se alcanza la felicidad total y el éxito del periodismo.

Pues, como decía hace años un canal televisivo “está pasando y lo estás viendo”. Es cuando casi lamentan que haya sido un viaje infructuoso entre Madrid y Valladolid, ida y vuelta, cuando el día sólo ha terminado, lamentablemente, con dos detenidos y no se han llenado los calabozos de activistas, ni arden los contenedores de la ciudad.

Protesta pacífica

Porque, en Valladolid, la gente protestó por la presencia del Israel Premier Tech, se exhibieron banderas de Palestina, se escucharon pitos, algún insulto innecesario, pero no hubo nada. No se registraron incidentes y la gente se fue a casa, algunos indignados por la presencia en carrera del conjunto israelí, pero la etapa se resumió a una protesta pacífica; sin más.

Los enviados de estos canales televisivos -fácil de adivinar- se colocaron en la zona mixta de la meta y en vez de preguntar a los corredores, a los que llegan cansados por el esfuerzo, qué tal les había ido la carrera, lo que les importaba un pito, sólo les interrogaban si habían pasado miedo o si se sentían seguros.

Trabajo destrozado

Esta forma de informar destroza el trabajo de los que cubren la carrera y están dando altavoz a lo que sucede con la protesta contra el equipo de Israel, que no es un grito de odio contra el pueblo israelí, como se deslizó por vía judicial, sino una denuncia ante el genocidio de Palestina.

Pones la tele y casi por azar se ve un resumen de la etapa de la Vuelta donde ni siquiera se dice que era una contrarreloj, quién había ganado y quién lideraba la carrera… ¡tampoco es eso! Hay ciclistas que miran hacia otro lado, otros que no quieren enredarse en polémicas, equipos que aconsejan a los corredores que no se mojen, pero también hay algunos que están muy preocupados por lo que está ocurriendo, y no sólo por los incidentes en la Vuelta, sino porque han tomado conciencia de lo que sucede en Gaza gracias al altavoz que ha dado la carrera.

Pero ir a la caza del ciclista a la espera de que rajen contra los manifestantes o que digan que se quieren ir tumba la labor de los que llevan tres semanas siguiendo la prueba, informando de la carrera, porque es el deber, pero de paso, también, explicando qué pasa ante el error descomunal de la federación internacional al mirar para otro lado, dejar que vaya madurando la carrera y con la errónea interpretación de que terminada la prueba se acabará la rabia, que no es precisamente lo que parece que está ocurriendo ahora en otras carreras ciclistas. Así no se hacen las cosas. ¡Viva el morbo!

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