Etapa 5 Vuelta a España 2025
Ayuso y los suyos dan el golpe en Figueres en la contrarreloj por equipos de la Vuelta
Vingegaard recupera el jersey rojo con 8 segundos de ventaja sobre los líderes del UAE antes de la llegada a la cumbre andorrana de Pal.

La etapa 5 de la Vuelta, en imágenes / Agencias

Nadie quería pensar en el mañana, como si no existiese, como si no quisieran mirar a los Pirineos, tan cercanos y lejanos a la vez. Había que disfrutar de una bella jornada de ciclismo alrededor de Figueres en la primera ocasión en la que la Vuelta pisaba este territorio, en el día de Juan Ayuso y los suyos vestidos con el traje de combate del UAE, vencedores de la contrarreloj por equipos celebrada en el Alt Empordà.
Casi ni les importó que Jonas Vingegaard recuperase el jersey rojo, lo que no fue una sorpresa, y eso que el equipo del Visma afrontó la etapa penalizado por el abandono del francés Axel Zingle. No es lo mismo correr con siete que con ocho corredores cuando se rueda a casi 60 por hora, cuando se necesita el auxilio de todos.
Apoyo popular
Figueres se volcó con la Vuelta hasta el punto de que se disipó la tormenta que azotó a los corredores cuando entrenaban, cuando buscaban sensaciones en el recorrido de 24 kilómetros preparado para la lucha en grupo de la carrera; todos con el objetivo de impulsar al jefe y dejarlo lo mejor situado en la clasificación. Es lo que hizo el UAE, con la misión conjunta por ahora de trabajar igual para Ayuso que para el portugués Joâo Almeida, segundo y tercero de la general, a 8 segundos de Vingegaard, al igual que Marc Soler, con un sobresaliente comportamiento en la contrarreloj, ya que era vital que no se descolgase porque el tiempo en estas etapas lo marca el cuarto corredor del equipo que cruza por la línea de meta.
La contrarreloj por equipos sirvió para descubrir que hay dos escuadras por encima de las demás, lo que tampoco era una sorpresa: el UAE de Ayuso y Almeida y el Visma de Vingegaard. Y ya ocupan las tres primeras plazas de la tabla con los Pirineos a la vista: este jueves la llegada a Pal, en Andorra, y el viernes el ascenso a Cerler, en tierras aragonesas.
La moral bien alta
Fue un triunfo cargado de moral para Ayuso. Necesitaba sentirse fuerte, centrarse en la carrera y verse ya situado en los puestos de honor. Porque llegó a Italia cargado de dudas, lo que, por otro lado, era comprensible. Nunca tuvo a la Vuelta entre sus planes, mientras había dudas sobre su continuidad en el UAE. Lo llamaron a una semana de acabar el Tour cuando Tadej Pogacar comunicó a su equipo que estaba cansado y no quería afrontar otras tres semanas de competición, entre Turín y Madrid, con todas las cuestas y montañas por el camino.
Tuvo que hacer varios esfuerzos, reconducir la situación, sentirse querido y a la vez ver lo querían en el UAE. Tuvo que hablar con Almeida, que es tan líder como él en la escuadra del ausente Pogacar, tanto monta, monta tanto. Si hubo fricciones en el pasado, que las hubo, había que olvidarlas, borrón y cuenta nueva, porque con malos rollos era una misión imposible derrotar a Vingegaard. Se necesitarán, tendrán que colaborar y ayudarse mutuamente al margen del que acabe mejor situado de los dos en la general.
Por eso, fueron todos a una en los 24 kilómetros de contrarreloj. Había que aguantar, olvidarse del viento que los molestó en la fase final del recorrido, aprovechar el cariño del público, Figueres entregada a la Vuelta y mantenerse al margen del incidente cuando unos activistas a favor de Palestina trataron de bloquear la marcha del conjunto de Israel como protesta por las muertes de Gaza.
Ganaron, con la recompensa de una pequeña reproducción de la torre Galatea, desde cuya base partió la contrarreloj. Rodaron a 56,8 kilómetros por hora, qué barbaridad, con Ayuso y Almeida a la cabeza. Hasta soñaron con que el ciclista alicantino se vestía de rojo, antes de la reacción final del Visma que sirvió para que Vingegaard volviera a ser el líder con 8 segundos de ventaja sobre el dúo del UAE. Llega ahora la batalla en los Pirineos. Pal, quizá, sea la llegada más suave entre las cumbres de Andorra, difícil que se produzcan ataques desde lejos, pero sí una intensa pugna entre Vingegaard y las estrellas del UAE.