Los paisajes efímeros que destapan las mareas vivas

La coincidencia del cambio de estación y la luna nueva descubrirá parajes que se ocultan bajo el agua y que en contadas ocasiones se pueden visitar

Los buzos al pie del Capitán Nemo frente a San Simón.

Los buzos al pie del Capitán Nemo frente a San Simón. / Marta G. Brea

El próximo lunes día 20 comienza la primavera, a las 16.33 horas exactamente. Los cambios de estación, especialmente los equinoccios, agitan el vaivén del mar y si estos se acompañan de una fase plena de la luna las mareas vivas muestran su aspecto más vigoroso. Precisamente el martes habrá luna nueva, lo que reforzará la retirada y crecida del mar.

El cambio de estación y la luna nueva elevarán hasta los 3,7 metros la diferencia entre la pleamar y la bajamar. La cota más baja será 0,3 metros y la más alta, 4 metros.

Estos dos eventos astronómicos abren una ventana temporal de tres días en los que descubrir esos paisajes que se ocultan bajo el agua y que en contadas ocasiones se pueden visitar

Los buzos al pie del Capitán Nemo

La ensenada de San Simón es un paisaje digno de visita en cualquier momento del año, pero es cierto que en verano gana atractivo. Más allá de la playa de Cesantes, con sus calmas aguas, y de la hipnótica belleza de las islas de San Simón y San Antón, existen otros encantos que no son visibles a diario.

Frente al archipiélago se yergue una escultura en honor al Capitán Nemo, protagonista de la novela "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne. El conjunto, inaugurado en 2004, eleva la estatua sobre una pilastra de bloques de piedra de más de tres metros. A sus pies, dos buzos del submarino 'Nautilus' recogen los tesoros de la Batalla de Rande que yacen escondidos en el lecho de la Ría de Vigo.

Este hermoso conjunto, ideado por Moncho Lastra y esculpido en bronce por Sergio Portela Campos, fue colocado en 2004. Pero no siempre es visible en su totalidad. Nemo despunta sobre la superficie del agua independientemente del nivel del mar, pero no ocurre así con los buzos. Solo cuando el agua se repliega a sus niveles más bajos es posible ver al completo a los acompañantes del capitán. Estas circunstancias se dan pocas veces al año: con mareas vivas o superlunas. Es en esos momentos cuando puedes acercarte a ellos y descubrir el tesoro que guardan.

Las columnas pétreas de As Catedrais

Este arenal de Ribadeo es uno de los más visitados de Galicia. La razón: las hercúleas columnas que dan forma a un paisaje singular y único en nuestra comunidad. Son estos arcos, de hasta 30 metros de altura, los que han rebautizado la playa, cuyo nombre original es el de Augas Santas. Estos cantiles pizarrosos que recuerdan a los arbotantes de los mayores templos católicos han motivado ese segundo nombre.

Aunque se puede acceder a la playa durante todo el año, en los meses de verano (del 1 de julio al 30 de septiembre) es necesario hacer una reserva previa. En 2015 se estableció un cupo diario de algo menos de 5.000 visitantes para proteger este Monumento Natural ante la gran afluencia de público que atrae.

A Illa do Santo, en Marín

Una efímera pasarela de arena a uno de los enclaves más desconocidos de las Rías Baixas. Las mareas vivas han dibujado estos días paisajes desconocidos en la costa, como el camino a la Illa do Santo do Mar, en Marín. Este pequeño y atractivo islote se sitúa frente al playa del mismo nombre, en la parroquia de Ardán, y son pocas las veces que se puede acceder a él. La playa de O Santo es un pequeño y resguardado arenal, rectilíneo y de unos 350 metros de longitud, cuyo mayor atractivo son las vistas a esta pequeña y cautivadora isla.

El islote, también llamado de San Clemente, tiene algo más de una hectárea de extensión. Su mayor atractivo radica en los restos de una pequeña capilla de piedra, sin techo y vacía. El terreno está poblado por vegetación baja, aunque destacan algunos pequeños árboles cuya silueta se recorta sobre el horizonte.

El lecho del río Lérez

La piel de la ría de Pontevedra queda al descubierto con las mareas vivas. La retirada del agua permite cruzar el Lérez a pie y pasear por su cauce. La parte negativa es que la falta de agua hace encallar a los barcos del Club Náutico e impide entrenar a los piragüistas. Cerca de Pontevedra, en el concello de Sanxenxo, la bajamar casi permite a "La Madama" poner un pie en la orilla.