Todo el conjunto del monte Santa Trega fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931. Desde arriba se observan unas impresionantes vistas del Atlántico y el Miño, formando una estampa de la desembocadura difícil de olvidar. Que era único ya lo sabían sus habitantes en la época de mayor esplendor, en el siglo I antes de Cristo, aunque ellos llegaron allí no por las panorámicas, sino por razones estratégicas y de seguridad. Habitada desde la Prehistoria, A Guarda tiene en el poblado castreño una de sus señas de identidad. La otra es la compañía permanente del océano hacia el que la villa vive volcada.

Un paseo por las nubes | Monte Santa Trega: 360º de belleza natural

Un paseo por las nubes | Monte Santa Trega: 360º de belleza natural IMÁGENES CEDIDAS

Para conocer parte de esa historia marinera, la ruta de las cetáreas ofrece un paseo al borde del mar para ver las antiguas construcciones en piedra en las que se almacenaba el marisco –especialmente langosta y lubrigante– para su posterior venta, que suponían el sustento de varias familias y también un desafío constante con el Atlántico.

La ruta puede empezarse tanto desde la senda litoral, donde está la cetárea de A Grelo, como por el camino que parte de la playa de Area Grande, que conduce a los viveros de A Redonda y Altiña. Cuatro kilómetros de baja dificultad, llanos y al lado del mar que muestran un importante patrimonio marinero que tiene en la cetárea de A Redonda su testimonio más antiguo, ya que fue construida en el siglo XIX directamente sobre la roca.

Cetárea A Redonda, construida en el siglo XIX

El vivero de acceso más difícil era Altiña, levantada en 1902 y en activo hasta 1977. El trayecto hacia el norte continúa por O Portiño y A Grelo en un recorrido que atraviesa el litoral atlántico guardés.

Por otra parte, el esfuerzo del trabajo en el mar, aparejos de pesca, una impresionante colección de conchas –formada por más 20.000 piezas recogidas de los mares de todo el mundo–, redes, una gamela, fotos y vídeos relacionados con la vida marinera integran los fondos del Museo do Mar, ubicado en el baluarte al lado del puerto. El centro museístico ocupa la réplica de la vieja Atalaia defensiva que se levantó en el siglo XVII y en 1945 fue derribada para facilitar la extensión de las grandes redes utilizadas por los barcos de pesca.

Museo del Mar, ubicado en la “Atalaia”

De la memoria marinera de A Guarda quedan otros testimonios como las pesqueiras, especialmente en las playas de Muiño y Puntal. Se trata de recintos semicirculares de piedra en lo que echaba cebo para que el pescado quedase atrapado cuando bajaba la marea.

La ruta: cetáreas

Duración: 1 h. 20 min.

Dificultad: Fácil 

Ruta: Señalizada

Coordenadas: 41º920,371’’/ 8º’884,758 O

Desnivel medio: dos metros

Longitud: 4,2 kilómetros