El estruendo del agua en caída libre guía los pasos hacia una de las más salvajes y extraordinarias cascadas de Galicia: la “fervenza de Liñares”. El río Xesta discurre vigoroso desde el techo de Pontevedra, golpeando la piel rocosa y desnuda de las cumbres de A Lama. Pero en su vertiginoso curso también hay un lugar para la calma. Sus aguas cristalinas forman una cautivadora poza antes de volver a precipitarse al vacío.
Este “salto del ángel” estalla entre las sierras del Suído y del Cando, que superan los mil metros de altitud. La caída en terrazas de este indómito torrente se extiende a lo largo de 150 metros de puro espectáculo de la naturaleza. Ya más calmado se abre camino hasta desembocar en el río Oitavén.
Tras los pasos del Xesta
Esta impresionante cascada es el gran atractivo de la ruta circular que como protagonista al río Xesta, con inicio y fin en la aldea de Liñares. Sus 13 kilómetros son exigentes, no tanto por la longitud del recorrido sino por el desnivel: 312 metros de subida y 292 de bajada.
Su trazado combina parajes naturales que embelesan, como la frondosa Carballeira del Xesta -una de las mayores de Galicia-, con puntos de interés etnográfico, como los núcleos tradicionales de Liñares, Cortegada y Paradela, con sus caseríos, hórreos, molinos… y el gran puente de piedra por el que discurre el Camino Real a Cortegada.
Este gigante apenas cuenta con 40 metros de largo y 8 de alto, pero domina el estrecho cañón por el que discurre el Xesta. Sobre sus sillares, que datan su construcción en 1794, parece haberse detenido el tiempo. Una sensación que se mantiene a lo largo de todo el recorrido, gracias al silencio y a la quietud de las tierras altas de Pontevedra.
