Entrevista | Olivia Molina Actriz
«Creo profundamente en la importancia de contarnos a través de las historias»
La actriz llega a Vigo con «Malditos tacones», obra que coprotagoniza con Luisa Martín

Olivia Molina, en un momento de "Malditos tacones". / Rene Fotógrafo
Olivia Molina llega al Teatro Afundación de Vigo el próximo día 29 (20.30 horas) con «Malditos tacones», la historia de dos mujeres triunfadoras «que buscan la verdad y encuentran la gran mentira». La réplica se la da Luisa Martín. Escrita por Ignacio Amestoy y dirigida por Magüi Mira, la obra habla de violencias, familia, desestructura, intereses, poder y egoísmos. «La función habla de dos mujeres, de dos seres humanos que se necesitan para seguir avanzando», adelanta la actriz, que pertenece a la tercera generación de una de las sagas artísticas más sobresalientes del país -es nieta de Antonio Molina e hija de Ángela Molina-.
-¿Cómo es María García, su personaje?
-Es una abogada que ha llegado muy alto en su profesión, con su propio bufete, y totalmente comprometida con defender causas de violencia de género. Luego, se siente una mujer libre, que toma sus propias decisiones, que no necesita la mirada de los otros para sentirse bien. Sin embargo, en un encuentro con Victoria Burton (Luisa Martín), una empresaria de éxito, se da cuenta de que quizá todas esas certezas no son tales. En esa conversación, empieza a descubrir sus dolores, sus dudas, sus violencias vividas... y se da cuenta de sobre qué se sostiene realmente.
-¿Todas arrastramos dolores, dudas, violencias?
-No sé si todas, pero muchas sí. Es algo común no solo a las mujeres, sino al ser humano en general, aunque en este caso hablamos sobre el hecho de ser mujer en esta sociedad, de los grandes incentivos que atravesamos, de las violencias, de las mochilas que cargamos, y también sobre el derecho a decidir, la dignidad y la libertad. Es el viaje de dos seres humanos que se descubren completamente vulnerables.
-¿Los tacones son símbolo de empoderamiento femenino o de sometimiento?
-¡Son una incomodidad y una tortura! Pero a la vez, sientan muy bien. Y esa es la dicotomía. Todo lo que comentaba antes está representado en este símbolo que son los tacones, que muchas veces decidimos ponernos y que nos hacen sentir bien. Tenemos que ver el porqué, de dónde nos viene esta pulsión de subirnos sobre algo que es tan incómodo.
-Siendo nieta de Antonio Molina e hija de Ángela Molina la interpretación casi es una cuestión de ADN, pero ¿por qué es actriz Olivia Molina?
-Porque amo y creo profundamente en la importancia de contarnos a través de historias, de hablar del ser humano. Siempre me han interesado mucho las personas, sus vidas, sus problemáticas, sus caminos. Siempre, desde muy pequeña, me gusta mucho observar quiénes y por qué somos así. Y creo, además, que esta profesión es un vehículo que sostiene eso que me sigue intrigando. Luego, soy una persona emocional y la interpretación para mí es una vía de expresión personal. Y que esta vía te dé, además, un oficio es un regalazo que aprecio, aunque no doy nada por sentado.
«El teatro, la cultura, es un arma, un revulsivo y un espejo de la sociedad que hay que defender»
-¿Cree que el teatro puede remover conciencias?
-Creo que el teatro, que la cultura es un arma, un revulsivo y un espejo de la sociedad que creo que hay que defender y que hay que valorar en ese sentido. Es una herramienta de denuncia, de mostrar y de despertar la emocionalidad y la reflexión, que es algo que creo que es importante no perder hoy en día.
-¿Sentimos empatía con el dolor del otro?
-Hay tantos casos como personas. A veces puede que no la sintamos porque tenemos mucha sobreinformación y nos anestesiamos; porque necesitamos cuidarnos y proteger nuestra salud mental, porque estamos en un momento demasiado frágil como para hacernos cargo de otras cosas; otras veces porque es un gran sinsentido estar cegados ante las grandes desgracias que están sucediendo. de enfrentar esto y otras veces hacemos mucho. Hay muchas formas de afrontar esto y creo que el artel, la cultura, es una de ellas.

Con Luisa Martín, la coprotagonista de esta pieza teatral que dirige Magüi Mira. / Rene Forógrafo
-Esta es la segunda obra en la que es dirigira por Magüi Mira. ¿Cómo es como directora?
-Magüi es una sabia en muchos sentidos. Es una mujer muy elevada intelectualmente, con muchísimo recorrido actoral y con mucha sensibilidad para dirigir, porque, precisamente, al subirse a un escenario sabe el respeto a la profesión, al texto y al público que se requiere para hacerlo y sabe muy bien desde dónde pedir. Y luego es muy valiente; es una mujer muy retadora, que te saca mucho de tu sitio de confort a nivel interpretativo. Te pide, pero siempre de igual a igual, porque estamos juntas en este proceso creativo y desde ahí, haces lo que ella diga porque confías absolutamente en su criterio. Para mí es delicioso porque respeto profundamente como intérprete, como profesional, pero, sobre todo, como mujer, y me ha ayudado mucho. Preparar esta función ha sido un proceso muy interesante, porque éramos tres mujeres de tres generaciones muy distintas, en los 40, en los 60, en los 80, por lo que teníamos mucho de lo que hablar, mucho que compartir y es curioso, cómo estructuralmente, estamos atravesadas por tantas experiencias similares, a pesar de que vital y socialmente estamos en etapas muy distintas. Y eso además era muy útil para la función también, que también cuenta esto. Ha sido un proceso espectacularmente único y que agradeceré toda mi vida.
-Toca todos los palos: televisión, cine, teatro. ¿Hay alguno en el que se sienta más cómoda o que le guste más?
-Sempre que me hacen esta pregunta me siento como que si digo uno traiciono a los demás, que soy desleal porque los tres me dan de comer, que para mí es sagrado. Los respeto por igual; luego cambian las técnicas, las propuestas, las posibilidades y una tiene que estar en cada uno de los ámbitos. Pero es verdad que el teatro tiene algo, y muchos actores y actrices lo decimos también cuando lo hemos probado, que es el verte en comunión con tus semejantes, en vivo y en directo. Es un acto casi único y a la vez efímero, muy mágico y que crea una sensación de respeto y de bienestar, de escucha y de comprensión muy muy único y, bueno, es mi debilidad pero es verdad que he crecido haciendo audiovisual, haciendo televisión y he aprendido muchísimo y le debo muchísimo también. La verdad que cada uno me aporta cosas distintas.
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