El mar y la montaña y todo a la vez

El ser humano siempre se repite y lo mismo ocurre con los motivos que lo inspiran. A Park Chan-wook le seducen el amor y el poder, a veces fusionados, abordados desde la belleza y tamizados por una gran capacidad para recrearse en el cine como medio. En “Decision to leave” ambos aspectos llegan al summum. 

Pero el coreano no se limita a excitar de forma incansable nuestro lóbulo occipital para deslumbrarnos con sus florituras, sino que forcejea con nuestro sistema límbico. En “Decision to leave”, además, maneja la tensión con maestría y demuestra que desde la mesura se puede llegar al exceso. Sabe igualmente que hay pocas maneras de diseccionar a las personas más eficaces que enfrentándolas a situaciones extremas, por ejemplo, un crimen. El thriller, uno de sus géneros favoritos, le permite analizar los recovecos más oscuros de los protagonistas, aunque tampoco renuncia del todo a la comedia. 

Si a esa vuelta de tuerca al thriller se le añade amor, el retrato es redondo. “Decision to leave” se ha ganado el título de romántica con certificado de excelencia, nada que ver con la connotación superficial y gastada con la que mucho cine contamina ese apelativo.  

Park Chan-wook trabaja fino, es un orfebre que funciona encajando piezas delicadas y que no deja de atender al contenido mientras nos deslumbra los ojos. La belleza, la poesía, es una opción que lo impregna todo, incluso en los encabalgamientos entre secuencias que se superponen unas a otras como si la película tuviera el ritmo de las olas. 

El resultado es una historia de amor única, con el mérito añadido de estar levantada con mimbres de tópicos, el del detective que sin quererlo se ve involucrado con la investigada. De esa semilla transgresora han nacido muchos relatos, pero pocos tan exquisitos, sofisticados y perturbadores.