"R. M. N.": el rapto de Europa

¿Qué es Europa? No existe una respuesta fácil, pero “R.M.N.”, la última película del realizador rumano Cristian Mungiu, ofrece una posible, aunque dura, contestación

“R.M.N.”

“R.M.N.” / BTEAM Pictures

Carmen Villar

Carmen Villar

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Director y guion: Cristina Mungiu

Intérpretes: Marin Grigore, Judith State, Macrina Barladeanu, Orsolya Moldován, Rácz Endre…

Repetimos tantas veces que ciertas películas son necesarias que la afirmación podría devaluarse, pero “R.M.N.” se merece el adjetivo por sintetizar muchas cuestiones que la sociedad debería plantearse y por situarnos frente a un espejo incómodo en el que mirarnos: racismo, xenofobia, machismo… 

Lo mejor de esta obra de digestión lenta y reflexiva, muy apegada a la realidad, como en las anteriores películas del director, pero a la vez llena de tensión y misterio, perturbadora y oscura, es la secuencia en la que ese reflejo revienta. Como un residente más, asistimos a una asamblea en un pueblo de Transilvania donde cohabitan ¿en armonía? diferentes culturas y religiones que pretende decidir si echan o no a unos trabajadores extranjeros, obviando que ellos mismos son foráneos y objeto de racismo en su tierra de acogida.  

Mungiu, director ambicioso por los temas que aborda, ha examinado a fondo a Europa, partiendo del universo particular de Rumanía. “R.M.N.”, que no por casualidad es también el acrónimo de resonancia magnética nuclear, y donde importa tanto o más lo que no enseña la cámara como lo que muestra, se retuerce en la tirantez entre tradición y modernidad y la querencia por lo propio y la aversión por lo extraño en que está inmersas el continente, sobre todo el Este.  

Al final Mungiu expone una Europa entre idealista y ensimismada, voluble, debatiéndose entre el buenismo y el interés, o simplemente entre la debilidad y el conformismo. Una Europa que vive en riesgo constante de que las bestias que se autoerigen en sus legítimas herederas y guardas la vuelvan a raptar.