No todo el cine tiene que abordar la realidad, ni siquiera debe, pero si algo caracteriza a las películas de Jaime Rosales es la naturalidad, una cualidad que enfatiza la sensación de verdad que transmiten, que alcanza un nivel al que pocos realizadores llegan. Asistir a sus largometrajes es como asomarse al balcón y contemplar la vida discurrir.

A su favor, no solo tiene una actriz, Anna Castillo, que insufla vida a cada fotograma que ocupa, que son casi todos, en el papel de una joven madre solitaria que no renuncia a encontrar una relación que la llene y la sitúe de igual a igual en el mundo.

Aunque la protagonista lleva el peso del metraje y, de hecho, el realizador quiso que el espectador vea lo que ella ve y casi sienta lo que ella sienta, el dibujo afectivo que plantea Rosales no sería posible si del otro lado no estuviesen Oriol Pla, Lluis Marquès y Quim Àvila para encarnar las miradas en las que esa joven busca construir un hogar. Mención especial merece su cara a cara con Pla, un primer candidato a ese amor para la vida, en la piel de un joven que promete poca paz en el hogar.

Como sucede, por regla general, en las obras de este director, el universo de las relaciones y de los afectos funcionan como la verdadera ley de la gravedad que ata al ser humano al mundo. La belleza de sus piezas vuelve a surgir aquí de una aparente sencillez, de un afán por no dejar que nada entorpezca el trabajo actoral, que al final es el que pone rostro a esa verdad, aliado con una fotografía y una dirección artística que subrayan esa decisión.

FICHA TÉCNICA

Título: “Girasoles silvestres”

Dirigida por Jaime Rosales

Guion de Jaime Rosales y Bárbara Díez

Reparto: Anna Castillo, Oriol Pla, Lluis Marquès, Quim Àvila, Manolo Soto, Carolina Yuste y Diana Gómez