CRÍTICA DE CINE

El precio de la libertad

«La virgen roja»

«La virgen roja» / Elastica

Carmen Villar

Carmen Villar

Paula Ortiz presentaba hace casi una década «La novia», una segunda película inolvidable en la que traducía las «Bodas de sangre» de Lorca a un delirio de belleza e intensidad en cada fotograma. Ese exquisito cuidado por la estética, sobre todo por la luz como gran constructora de ambientes, clave en su nueva obra, florece en «La virgen roja», su último estreno.

La realizadora aragonesa ha logrado caminar al borde del precipicio del exceso, alcanzando un equilibrio entre lo sensorial y lo intelectual. Los colores, la fotografía, la luz, los escenarios… todo está ahí, pero para engrandecer una historia ya de por sí fascinante, la de una madre que quería criar a la mujer perfecta en un mundo imperfecto. Esa progenitora con ínfulas de divinidad le permite a Ortiz reflexionar a la vez sobre la relación entre el creador y lo creado y abordar las relaciones familiares y su matiz posesivo. En ambos casos hay un sujeto y un objeto que aspira a ser un sujeto y la película es un tira y afloja entre ambos polos.

Aunque la película busca que los dos lados de la ecuación se contengan, la fuerza de la obsesión frente a la frescura de la inocencia, el personaje de la madre resulta arrebatador. La responsable es Nawja Nimri, cuyo talento funciona como un agujero negro que devora cualquier luz en su entorno, incluso si esa luz es la de Alba Planas, que da vida con coherencia a la inocente criatura que se rebela y es expulsada del paraíso y aniquilada como no merecedora de él.

Como la criatura de Frankenstein, Hildegart va aprendiendo a ser humana y el culmen de ese proceso es la libertad, la misma que se juega en el telón de fondo histórico que va más allá de un simple decorado. Y todo ello a través de una película exquisita, brillante, para enmarcar.

Ficha

Dirección: Paula Ortiz

Guion: Eduard Sola y Clara Roquet

Reparto: Nawja Nimri, Alba Planas, Aixa Villagrán, Patrick Criado…

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