Están de moda los ambientes elegantes en los que apenas se nota el esfuerzo realizado en hacer que todos los elementos armonicen. Esta tendencia a la que los anglosajones llaman "effortless chic" nació, en realidad, ligada a la moda, para designar esa forma de vestir sofisticada, pero de forma sencilla y desenfadada.
"Effortless" (sin esfuerzo) y "chic" (glamour) también se unen para decorar estancias que entran por los ojos a primera vista, sin saber muy bien la razón. Para hacerlo bien es necesario escoger con el máximo cuidado cada pieza de mobiliario, cada detalle... es decir, sí se requiere un esfuerzo para lograr el efecto buscado, pero, claro, no debe notarse.
Una de las claves para acertar es el empleo de tonos neutros. Blanco, beige y vainilla siempre son aciertos porque van genial con un mueble importante o con una alfombra colorida.
Se trata de llevar a la casa ese "je ne sais quoi" (no se sabe qué), que tienen algunas personas, siempre atrayentes con cualquier cosa que se pongan.
El simple modo de doblar una manta sobre el sofá es otro de los modos de reflejar la personalidad de la casa. Los cojines y almohadones deben parecer descolocados, dejados, en una posición de forma natural, aunque haya llevado media hora encontrarles el grado de inclinación perfecto. Una cómoda de pequeño tamaño puede emplearse como mesilla de noche; los libros también deben distribuirse de forma estratégica, y lo mismo con los cuadros o las luces, que nunca deben ser demasiado directas. Emplear alguna pieza de diseño moderno al lado de un mueble clásico también es una buena idea. Y, sobre todo, nunca deben acumularse demasiados objetos en un mismo espacio.
