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Una víctima bajo sospecha

"Creedme" maneja con sobriedad e inteligencia una doble vía narrativa en la que el relato puesto en duda de una joven violada se alterna con una meticulosa investigación policial

La actriz Kaitlyn Dever, como Marie en "Creedme". // Netflix

Después de un zarzal de drama y tensión tan agobiante como necesario, "Creedme" ("Unbelievable") se permite conceder al espectador un respiro con una fase de redención, perdón y gratitud que ensancha la pantalla con una sonrisa. No es felicidad, es alivio y es madurez. Es orgullo. Lo que más perdura en el recuerdo tras ver la serie de Netflix es la solidez emocionante (casi nunca sensiblera, aunque alguna vez se le va de las manos la fórmula del llanto empático) con la que se desarrolla la evolución de su protagonista, acorralada entre su verdad vulnerable y la verdad que compran quienes la rodean, desde policías hasta compañeros de clase. Basada en hechos reales a partir de un reportaje ganador de un premio "Pulitzer" en 2015 (es significativa la creciente existencia de películas y series inspiradas por historias narradas por la prensa seria), "Creedme" maneja dos vías narrativas. Marie, una chica de 18 años denuncia que un desconocido irrumpió en su vivienda, la ató, le vendó los ojos y la violó. Años después, unas policías investigan dos casos de violación en los que se repite el mismo modus operandi.

En sus primeros compases, el horror y la incomodidad se dan la mano. El horror de observar la dramatización del episodio, con un buscado tono fragmentado y casi onírico con el que nublar el relato sin dar sentencia. E incomodidad ante el comportamiento de unos agentes de la ley que parecen más preocupados por encontrar los puntos débiles de lo que cuenta la víctima que por seguir la pista del atacante. Sin recurrir nunca a visualizaciones explícitas ni retorcer la premisa argumental para confundir al espectador, el primero episodio es un auténtico zarpazo a un personaje que, sincera o no en su denuncia, tiene un perfil de extremada fragilidad. Gracias al extraordinario trabajo de Kaitlyn Dever (una actriz hasta ahora poco conocida) y a la robustez de un guión sin cabos sueltos, "Creedme" avanza desde su génesis con veracidad dejando el lado más policíaco a las dos carismáticas detectives que encaran la investigación con modos y procedimientos radicalmente distintos a los de los colegas que atendieron en primer lugar a Marie. La serie, de forma sutil y nunca tramposa, toma partido por quienes sufren los ataques. Ambas vías argumentales funcionan por separado en sus distintas modulaciones: la rotundidad dramática en el relato de la chica violada y la minuciosa descripción de los avances policiales. La denuncia está clara: este sistema está construido de tal manera que una víctima de violación (no ocurre lo mismo si lo fuera de un robo) es sospechosa y se tiende a desconfiar de su veracidad. Con momentos tan contundentes como la tentación de buscar una salida mortal o la crueldad de las redes sociales, "Creedme" vale (muy) mucho la pena.

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