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Las noticias falsas tienen las patas muy largas

La difusión de "fake news" preocupa a un 86% de los españoles, pero solo el 14% es capaz de detectar contenidos falsos por "falta de razonamiento" y no "por sesgo partidista"

El taxi volador de Hyundai y Uber. // Efe

Dice el refrán que "la mentira tiene las patas muy cortas", pero si hablamos de internet, la cosa cambia. Las noticias falsas ("fake news" en inglés) corren mucho más rápido que la verdad y sus "largas patas" se han convertido en uno de los grandes males del siglo XXI. "Mientras que la verdad rara vez se difunde a más de 1.000 personas, el 1% de las noticias falsas más virales se difunde entre 1.000 y 100.000 personas", concluye un estudio de investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts).

Así se pueden ganar unas elecciones. Para muestra, Donald Trump en Estados Unidos. La propaganda en redes sociales -sobre todo a través de Facebook- propició su victoria en las elecciones presidenciales de 2016. Y todo cambió. A partir de entonces, el virus de las "fake news" cambió de canal. Facebook perdió 160 millones de interacciones al mes a finales de 2016, que ganó Twitter: las noticias falsas se compartieron 4 millones de veces más en la red social del pajarito.

Con Trump se popularizó el término "fake news". Porque lo ayudaron a llegar al poder, pero también porque se llena la boca hablando de cómo los periodistas se inventan noticias sobre él. Punto para el presidente. Gracias a su constante alusión a la manipulación periodística, los ciudadanos "generan un mayor interés en las noticias en general". Buscan leer más informaciones sobre un mismo tema para poder contrastar, según un estudio del área tecnológica de la Universidad de Virginia.

En España, a día de hoy, la difusión de noticias falsas ya preocupa al 86% de la población. En general, molestan "informaciones" que prometen curas para el cáncer o todo aquello que pueda dañar la reputación de una persona o marca, tal como recoge una investigación de la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, solo el 14% de la población es capaz de detectar noticias falsas.

¿Por qué? Aunque comenzamos a estar alerta sobre posibles mentiras en internet, está demostrado que las noticias falsas tienen un mayor alcance porque inspiraban mayor sorpresa y disgusto; generan una reacción (comentario o "retuit", en el caso de las redes). Las verdades, en cambio, suelen generar un sentimiento de tristeza o confianza. Nada digno de compartir.

Un estudio de la Universidad de Yale (EE UU) analizó los mecanismos cognitivos detrás de la creencia de noticias falsas. Conclusión: creerse mentiras "se debe más al pensamiento vago que al sesgo partidista". Es decir, dar crédito a una información falsa es más por una "falta de razonamiento que por un razonamiento motivado".

De dónde procede la noticia también influye. Aquí entran los "influencers". Varios estudios demuestran que las personas confían en lo que dicen personajes públicos o populares. En cambio, no suelen diferenciar un medio de comunicación fiable de una página web de contenido dudoso.

¿Cómo? "Una mayor presencia de periodistas en las redes sociales a título individual puede ayudar a mantener la confianza en el contenido que crean y comparten", dicen los autores de este estudio de la Universidad de Chicago. Hay más claves.

Los métodos de verificación de contenidos tienen que ser claros. Las etiquetas de "dudoso" o "disputado" de algunas redes sociales generan aún más desinformación y el ciudadano termina poniendo en duda hasta las noticias reales. Lo correcto es etiquetarlo como "falso".

¿Quién? Sobre quién es mejor para verificar contenidos, ahí va un dato curioso: los laicos y los seguidores del partido demócrata (en EE UU) son buenos detectores de mentiras, según el MIT. Su capacidad para evaluar la fiabilidad de una información "es muy similar a las de los verificadores de hechos profesionales". Facebook o Google han contratado a equipos destinados únicamente a revisar contenidos para no pillarse los dedos. Son los "verificadores", guardianes de la verdad hasta nueva orden.

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