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La guerra del "wearable"

Google compra Fitbit para plantar cara al Apple Watch

Modelos de la marca Fitbit.

Michael Knight, el intrépido piloto que protagonizaba la serie "El coche fantástico", era capaz de comunicarse con Kitt, aquella inteligencia artificial montada sobre un Pontiac Firebird, a través de su reloj. 37 años después de que se emitiese el primer capítulo de la ficción catódica, esa solución narrativa para propiciar un diálogo constante entre Knight y su automóvil ya no resulta chocante ni novedosa: los "wearables", los dispositivos vestibles, son artefactos de uso cotidiano y creciente. Y entre todos ellos, el "smartwacth", el reloj inteligente, es el rey.

La empresa tecnológica que con más éxito ha integrado este dispositivo dentro de su ecosistema ha sido, probablemente, Apple; aunque Samsung también ha tenido buenos resultados con su Galaxy Watch y, en un perfil diferente, Xiaomi ha hecho de su Mi Band, la pulsera de fitness inteligente, un complemento preferencial para sus terminales. Ahora, Alphabet, la matriz de Google, ha hecho una apuesta multimillonaria para plantar cara a sus rivales también en ese ámbito, con la adquisición de Fitbit, compañía especializada en la fabricación de relojes y pulseras electrónicas.

La operación costará a Aphabet la friolera de 2.100 millones de dólares (1.880 millones de euros, al cambio actual) y se concretará de forma definitiva el próximo año, siempre que obtenga el visto bueno de los reguladores estadounidenses y de los accionistas de Fitbit. Esta adquisición supone además la segunda que Alphabet realiza en el sector en los últimos meses: a comienzos de año, compró la sección especializada en smartwatches de Fossil por 40 millones de dólares (unos 36,3 millones de euros).

Con esta doble operación, se sustancia el interés de Google por competir en el terreno de los "wearables" y ampliar así su propio ecosistema, algo en lo que Apple le saca una gran ventaja; pero también el potencial de estos dispositivos en el ámbito de la gestión de datos, un negocio en franco crecimiento y en el que el gigante de Internet mantiene una competencia feroz con Microsoft y Amazon. En este punto, la operación ha generado cierta preocupación entre los usuarios de Fitbit, ya que temen el mercadeo con sus datos para fines comerciales. El escenario es claro: una pulsera o un reloj inteligentes monitorizan cuestiones el ejercicio de los usuarios, sus hábitos de consumo o sus horas de sueño.

Aunque Fitbit ha garantizado que, aún en el caso de que se complete la venta, Google no podrá utilizar esos datos para afinar sus anuncios, persisten las dudas de si los datos acumulados durante más de una década de existencia de la compañía pueden integrarse en otras plataformas de Google. Pero más allá de esta variable, los principales objetivos de Google en este caso parecen ser el potenciar su sistema para dispositivos vestibles Wear OS -con el fin de reforzar su presencia en un sector, este de los "wearables", para el que se estima un crecimiento anual superior al 10%, al menos, hasta 2022—y, de paso, cerrar la puerta a un posible competidor emergente como es Amazon, que también habría puestos sus ojos en Fitbit.

Con todo, la coincidencia del interés de Google por potenciar el uso de "wearables" y sus avances en el sector de los coches autónomos, a través de su filial Waymo, hacen pensar en un futuro de interconexión que haga también de aquel "coche fantástico" que derrapaba en la tele de los ochenta un producto de uso cotidiano.

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