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Aguas de altura

Rodeadas de leyendas, las lagunas de A Serpe y Ocelo son vestigios glaciares en el techo de Galicia, Pena Trevinca

Cumbres de A Veiga. //aveiga.es

En Pena Trevinca Galicia toca techo con sus 2.127 metros. Son las cumbres más altas que coronan el amplio espacio protegido del concelllo de A Veiga, donde además de una flora y fauna únicas perviven núcleos tradicionales como el pueblo de A Ponte. Desde aquí son fácilmente accesibles las lagunas del período glaciar de A Serpe y Ocelo, dos de los grandes reclamos de estas tierras altas ourensanas.

En el caso de A Lagoa da Serpe, a su interés paisajístico y ambiental suma su leyenda de montaña, comparable con la escocesa del lago Ness, no por la extensión del acuífero, sino por la belleza del lugar (además de su altitud a 1.697 metros) y por su simbolismo dicen que de origen celta, perpetuándose la historia en la memoria colectiva. En noches de luna llena la serpiente que habitaba el lago se convertía en hermosa mujer a la espera de un mozo casadero dispuesto a romper el hechizo.

A Serpe y Ocelo son lagunas naturales de origen glaciar, formadas en el período cuaternario. Se trata de una rareza en estas latitudes, aguas de hace millones de años compuestas al derretirse el hielo del gran bloque que se fue deslizando ladera abajo. Son dos de los mejores ejemplos del glaciarismo que afectó al Macizo gallego en pasados tiempos geológicos. Ambas están en la Serra Calva.

La ruta PRG 200 es la que asciende hasta ambas lagunas. Se trata de un recorrido circular que parte de A Ponte (1.155 metros de altitud), un pueblo de arquitectura popular de montaña atravesada por el curso del Xares que, junto aVilanova, es la única localidad poblada que se encuentra a la falda del techo de Galicia. Aunque ha perdido habitantes y parte de sus construcciones, conserva una airosa iglesia, sólidas casas de piedra y soluciones constructivas propias del ingenio popular. Molinos, fuentes, hornos, solainas, puentes o balcones hacen de la arquitectura de la zona un museo natural que retrotrae a viejas épocas de nuestra historia rural.

La senda se bifurca en el lavadero del pueblo y permite ascender, hacia la derecha, rumbo a la laguna de Ocelo. De frente se llega a la de A Serpe. Entre ambos acuíferos la ruta comparte su recorrido con el PR-G 201. Las vistas tanto desde una como otra son magníficas y de ahí se entiende que sean lugares míticos que hablan de hechizos y embelesos.

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