Las nueces son un auténtico regalo de la naturaleza. Sus cualidades están sobradamente probadas. Se podría decir que es un alimento "casi perfecto" por su nivel de antioxidantes y proteínas, y los estudios han demostrado que su ingesta es buena para la salud del corazón y del cerebro. Una verdadera reina entre los frutos secos a tener siempre en cuenta.
La nuez es la fruta del nogal (Juglans regia), de origen discutido, aunque diversas teorías lo sitúan en Oriente Medio desde tiempo milenario. Después se introduciría en Grecia, luego a Italia y al resto de países de Europa, puede que incluso antes de la época romana. Fue llevado a América por los navegantes españoles y adquirió su mayor difusión en California, uno de los principales productores mundiales.
Los historiadores creen que las nueces contribuyeron a la dieta de las primeras tribus de cazadores-recolectores. La primera descripción documentada de la nuez y su cultivo aparece en el Código de Hammurabi, que data de 1754 antes de Cristo. Existen escritos que mencionan el uso de la nuez como remedio medicinal, tal como refleja Plinio el Viejo en su "Historia Natural" o Dioscórides en su "Materia Médica".
Este fruto es rico en antioxidantes, proteínas y fibra, además de poseer una cantidad significativa de ácidos grasos Omega 3, de origen vegetal, saludables para el ser humano. Las nueces ayudan a reducir el colesterol, contribuyen a prevenir enfermedades cardiovasculares y son buenas aliadas para mejorar la función cerebral por su aporte en polifenoles que mejoran la memoria y concentración. Además son saciantes, ricas en fibra y energéticas; también contienen triptófano y vitamina 6 que pueden ayudar a conciliar el sueño.
Su consumo se hace en crudo (unas 8 al día), sola o acompañada de otros productos como yogur, miel o queso. Pero también se pueden incluir en recetas, salsas o postres. Acompañan ensaladas, pastas, panes, o pasteles y tartas. España se encuentra entre los países productores de nueces, especialmente en la zona norte. La nuez gallega destaca por su sabor denso y auténtico, y la toponimia (As Nogais, Nogueira, Nocedo€) habla de la importancia que antaño tuvo el cultivo del nogal, aunque haya descendido. Además de completar la alimentación y la economía familiar, el nogal se aprovechaba por su madera de gran calidad e incluso por su tinte, la nogalina. La diferencia de sabor entre una nuez gallega, de tamaño más pequeño, y una foránea, lo dice todo.
