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CINE

"El narcotráfico forma parte de la historia de Galicia"

"Soy un tipo bastante corriente, con poco glamur, al que constantemente le pasan cosas extraordinarias"

Luis Tosar, en la piel deMario, su personaje en'Quien a hierro mata'.

Luis Tosar (Lugo, 1971) estrena Quien a hierro mata. En ella interpreta a Mario, un hombre con una vida apacible junto a su mujer que espera el nacimiento de su primer hijo. Sin embargo, su existencia pega un volantazo cuando un famoso narcotraficante gallego ingresa en la residencia en la que trabaja. Todos los cineastas que tienen la ocasión de trabajar con él coinciden: es uno de los mejores actores del mundo.

-La expresión "quien a hierro mata, a hierro muere" viene a decir que a quien actúa de una manera se le acaba pagando con la misma moneda. ¿Tú también sigues esa creencia?

-No, no estoy seguro de que esto ocurra siempre. Ha habido muchos casos en la historia de la humanidad, y casos concretos de deshumanidad, en los que la justicia no ha hecho nada al respecto. Tampoco la justicia poética. Ha habido asesinos flagrantes que han campado a sus anchas durante toda su vida y más o menos han vivido bien. No sé si el karma hizo que en algún momento sus vidas fuese una desgracia, pero desde luego no ha habido compensación por sus crímenes.

-Quien a hierro mata

-Con la distancia temporal empieza a haber una cierta objetividad de lo que fueron los años calientes del narcotráfico en Galicia: los 80 y los 90. Hoy en día, sigue habiendo mucha actividad, pero tiene un tono crepuscular.

-¿Qué aporta de nuevo esta película sobre el narcotráfico?

-Habla de un mundo que ya no es tan glamuroso. Se habla más del reverso de la moneda, de los estragos que dejó la droga en Galicia, de la huella que aparece cuando ya pasó el huracán y todos los restos de tristeza y de desgracia, en algunos casos, que deja detrás. Se hace un poco más de incidencia en ese lado. Tiene un telón de fondo de narcotráfico, pero la película realmente está más cerca de una tragedia griega o de una obra de Shakespeare.

-El paisaje de la droga en Galicia es muy difícil de olvidar. Ha dejado muchas heridas abiertas y cicatrices.

-Yo soy de Lugo y allí la heroína tuvo mucha incidencia. Recuerdo que una generación anterior a mí, muy prolífica musical y culturalmente, desapareció. Cuando uno crece rodeado de ese entorno te das cuenta de que los oropeles del narcotráfico sí los hay y, evidentemente, tiene algo de folclórico y kitsch. Es innegable que esa parte existe y además está bien que se haya plasmado en cine y televisión. Pero la otra es imborrable. Y en esta peli nos ocupamos un poco más de ese lado.

-En los últimos meses, a raíz de series como Chernóbil o documentales como ChernóbilEl caso Alcasser

-Ja. Bueno, yo qué sé, forma parte de la condición del ser humano (risas). Hay de todo en la vida. Si a la gente le pica la curiosidad por conocer las rutas de los narcos, que vayan y las vean que no pasa nada. Tampoco está mal.

-¿Acaso tiene algún valor para la comunidad?

-Hay algo innegable: es parte de nuestra idiosincrasia y de nuestra historia. No se puede borrar tan fácilmente y decir que no ocurrió. Durante mucho tiempo, la sensación que había en Galicia era de que tampoco era exactamente algo malo. Era parte de un entramado que estaba muy cronificado en toda la sociedad de Galicia, desde los más altos estamentos hasta el más común de los mortales. Es un reproche que deberíamos hacer a toda la sociedad que éramos partícipe en ese momento y no solo a los narcos. Por eso digo que tampoco me molesta la idea de que alguien vaya a hacer un viaje temático por el narcotráfico en Galicia. Me parece mucho más oscuro el tema de las niñas de Alcasser. Eso lo recuerdo de manera muy vívida. Ya bastante espectáculo televisivo se hizo en aquel momento como para que encima ahora todo se convierta en un show otra vez.

-Volviendo a la película. En Quien a hiero mata

-No, supongo que no lo conozco, como casi nadie. Ni siquiera gente que yo conozco que ha hecho mucha terapia a lo largo de su vida logra tener las certezas que le gustaría. Es un ejercicio que hay que hacer permanentemente, casi con cada cosa en tu vida, para intentar tomar la mejor decisión posible y no dejarse llevar por los pensamientos más oscuros, que vienen normalmente bastante disfrazados y no tenemos una sociedad que nos ayude a identificarlos de manera muy precisa. Cada vez menos. Vivimos en un mundo en el que se nos presiona y casi se nos obliga a emitir juicios permanentemente sobre casi cualquier cosa. Tenemos que intentar ser más prudentes y más reflexivos.

-¿Te consideras un hombre ejemplar?

-No, ni de lejos (risas). No, a ver, me considero buena persona. No tengo grandes dudas sobre eso. Creo que soy una persona fácil de tratar, pero evidentemente tengo mis más y mis menos como cualquier otra. Y seguramente hay muchas cosas que todavía tengo que indagar en cómo mejorarlas. Con algunas ya lo he conseguido a lo largo del tiempo; con otras me cuesta más; y del resto, no soy consciente de que están mal hechas. Identificar donde uno la caga es un trabajo permanente.

-El personaje de Mario es un viaje a la oscuridad. ¿Por qué cambian las personas?

-Esa es otra gran pregunta. Y otra gran duda, porque no tengo yo tan claro que las personas cambien con facilidad. Es muy difícil de experimentar cambios en la manera de comportarse. Sobre todo, cuando ya tienes cierta edad. Uno va moldeando e intentando, en el mejor de los casos, convertirse en mejor persona, pero hay cosas que son muy difíciles de cambiar. Por eso creo que la educación es muy importante y a veces nos despistamos mucho con eso. Creemos que los primeros años de vida no son tan determinantes como en realidad sí lo son. Porque luego hay cosas que son muy difíciles de transformar.

-¿Has hecho cosas en contra de tu voluntad?

-He hecho muchas cosas en contra de mi voluntad. Pero, por fortuna, las he hecho en favor de alguien. Y eso creo que es diferente. Cuando haces algo en contra de tu voluntad y en contra de alguien ya creo que la cosa empieza a teñirse de otro color. Nunca me he encontrado en una tesitura como la de Mario. El ser humano es bastante frágil para la tentación.

-Mario es un tipo corriente al que le sucede algo extraordinario. Aunque solo sea en este sentido, ¿guarda cierto paralelismo contigo?

-(Risas). Bueno, desde ese punto de vista, sí. En general, he sido siempre un tipo bastante corriente, con bastante poco glamur en mi día normal. Y constantemente me pasan cosas extraordinarias porque hacer cualquier película o trabajar en una función de teatro es un gran regalo. Poder hacer lo que me gusta y que además pueda ganarme la vida con ello empieza hacerse cada vez más extraordinario.

-El director Paco Plaza ha dicho que trabajar contigo "es como conducir un Ferrari". Después de tantos reconocimientos y halagos, uno ya sabe que es lo suficientemente bueno en su trabajo, ¿no?

-Aceptarlo supondría ser condescendiente conmigo mismo. Es interesante que los objetivos sean un poco más a largo plazo. Es decir, si uno tiene la suerte de dedicarse a una profesión que teóricamente nunca acaba, es mejor no darse por vencido hasta que la señora Muerte haga su trabajo.

-¿Viene bien que lo recuerden?

-Bueno, viene bien si lo sabes gestionar. Si no te conviene el halago, es mejor que no te lo digan. Yo intento gestionarlo de la mejor manera posible. También es agradable que te digan cosas bonitas. De alguna manera, incentiva lo que estás haciendo. Por un lado, hay que tener agradecimiento, pero cierta reserva por el otro, porque esa distancia te viene bien a la hora de afrontar el siguiente trabajo. Pero, ante todo, no confiarte. Si algo puedo decir sobre esto, es que, si una cosa te sale bien, no tienes ninguna probabilidad de que la siguiente te salga igual. Pero ninguna, básicamente.

-Después de tres premios Goya y con el trabajo realizado en esta película, ¿ya piensas en el siguiente?

-Ojalá; aunque saber qué va a pasar con la peli el día del estreno ya es una preocupación lo suficientemente importante. Esta industria, desgraciadamente, va así. Si el primer fin de semana no funciona, en el segundo ya casi seguro que tampoco, con lo cual, si va mucha gente el viernes, parte del trabajo está hecho.

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