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Tesoros del Atlántico

Rodeado por la Serra do Barbanza y excelentes playas, Porto do Son guarda joyas únicas como el castro de Baroña o las lagunas de Xuño y de San Pedro

Vista aérea del castro de Baroña // Portodoson.gal

Al noroeste de la península do Barbanza y cobijado por sus sierras, el concello coruñés de Porto do Son se abre a un paisaje de arena y agua que alberga joyas como el castro de Baroña, declarado Patrimonio Artístico Nacional y uno de los pocos de Galicia situados casi al nivel del mar.

El castro atestigua el poblamiento de esta zona desde antiguo y, a su importancia histórica, suma la belleza de su localización, en una península rocosa a la que se llega a través de un itsmo arenoso. Un poblado perfectamente defendible por todos sus flancos, con el océano y los cantiles como singulares aliados.

Son más de veinticinco kilómetros de costa salpicados por multitud de playas. La de Baroña, también llamada de Arealonga, es uno de los muchos arenales de este concello de tradicición marinera con calas como Aguiera, Ornanda, Coira, Caveiro, Arnela o o As Furnas, entre otras. Por calles y plazas abiertas al mar se llega a la iglesia parroquial de Porto do Son, que guarda interesantes tallas en su interior. En arquitectura religiosa destaca igualmente la iglesia de Baroña, que conserva algunos elementos románicos.

Punto de visita obligada en esta geografía son las lagunas de Xuño y de San Pedro de Muro, acuíferos litorales cerrados por una barrera dunar de indudable interés paisajístico y medioambiental. La de Xuño es de agua dulce, mientras que la de San Pedro es salobre, lo que determina dos tipos diferentes de ecosistemas.

Otro de los grandes atractivos de este concello marinero es la Fervenza de Ribasieira, desnivel creado por el río Sieira; es la más grande del municipio y tiene un mirador desde el que se puede disfrutar de unas hermosas vistas. Portosín y su hermosa estampa es otro de los focos turísticos del concello, especialmente rico en restos arqueológicos, tanto en mámoas como petroglifos y castros.

Desde el monte Os Forcados, de más de 600 metros de altura, se divisa una de las mejores panorámicas del entorno. También se puede subir a la cumbre del monte Enxa para contemplar toda la ría de un solo golpe de vista. Quedan igualmente ejemplos de arquitectura solariega como el pazo de Nebra, en la parroquia del mismo nombre, vinculado a la casa de los Caamaño y Sotomayor.

En el patrimonio etnográfico destacan cruceiros como el de Xuño, un histórico ejemplar con abundantes leyendas, o el del atrio de la glesia parroquial del concello, con el detalle de un monje abrazando a Cristo.

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