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Huellas en la montaña

A la sombra de la Peña de Francia salmantina, la identidad de Monsagro es famosa por los restos fósiles de trilobites que perduran en su entorno, un auténtico museo al aire libre

Huellas en la montaña

A orillas del río Agadón, en el Parque Natural de Batuecas-Sierra de Francia, integrando una zona que es Reserva de la Biosfera, surge el pueblo salmantino de Monsagro, el primer refugio en las faldas de la gran montaña presidida por el santuario mariano. El municipio tiene en sus características paisajísticas y naturales uno de sus mayores atractivos, además de un patrimonio histórico enriquecido con la cultura popular que aún conserva en sus tradiciones, costumbres, folclore y gastronomía.

Numerosas paredes aparecen adornadas con restos fósiles, en su mayor parte trilobites con más de 500 millones de años de edad. Fácilmente se descubren en las fachadas de las casas, calles y fuentes. Vestigios de organismos que habitaron un mar que cubría gran parte de la península, situada por aquella época, cerca del Polo Sur.

Las cuarcitas, abundantes en la zona, se originaron por la compactación y deformación de los fondos arenosos de ese mar de aguas poco profundas del período Ordovícico. Allí quedaron grabadas las pistas de organismos como trilobites, gusanos y otras especies marinas, además de efectos como las ondulaciones del oleaje. Ahora todo el pueblo es un museo al aire libre de la vida que existió hace 500 millones de años, que puede conocerse a través de una ruta señalizada.

Aparte de los fósiles, en arquitectura religiosa sobresale la iglesia de San Julián, fechada en 1758 en estilo barroco. Consta de una nave dividida en tres tramos, con capilla mayor cuadrangular flanqueada por pequeñas capillas laterales. Cuenta con auténticas obras de arte, entre las que destaca su retablo, en donde se ubican tallas en madera como la que lleva el nombre del santo. También merece una visita la ermita del Humilladero, de finales del siglo XVIII. La arquitectura popular mantiene interesantes ejemplos tradicionales de edificaciones hechas con pizarra en las que se destinaba la primera planta al ganado y la segunda a la vivienda.

En la Plaza Mayor de Monsagro, que vive al son del agua de la fuente, se encuentra el Museo Etnográfico de la Cultura Tradicional y de la Caza. En la planta alta se despliegan los objetos e instrumental del pasado, mientras que en la parte inferior se incluyen fondos relacionados con la actividad cinegética. Y cuando el calor aprieta, el Charco de los Mozos es una zona de baño de aguas cristalinas con un entorno privilegiado y unas vistas únicas a la Peña de Francia.

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