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Las termas de la sierra

Las centenarias caldas de Carlão, en el concello luso de Murça, invitan a la quietud y paz de espíritu. Situadas en un idílico paisaje, de las propiedades de sus aguas ya sabían los romanos

Entorno de las caldas, entre bancales de viñedos y el río. // Caldas de Carlão

En un entorno de contrastes propiciado por la sierra y el valle, todo en Candedo es sosiego y arte de la naturaleza. En esta parroquia están las termas de Carlão -también llamadas de Santa Maria Madalena- uno de los grandes atractivos de Murça, concello del distrito de Vila Real lleno de encanto y de historia.

Entre bancales de viñedos se sitúa la estancia termal, en el valle del río Tinhela, que en época de calor ofrece magníficos espacios para el baño. Las aguas ya fueron utilizadas por los romanos, como demuestran los vestigios hallados en el lugar donde se sitúa el balneario, entre los que se encuentran monedas, cerámicas, un ánfora y mosaicos. Todo hace pensar que en el lugar llamado Fonte Santa pudo haber existido un edificio termal de la época imperial.

Las aguas tienen un reconocido valor terapéutico para diversas dolencias, desde afecciones de la piel a reumáticas, músculo-esqueléticas, de las vías respiratorias o del aparato digestivo. Los nacientes se ubican en la ladera norte del valle del río Tinhela, a unos mil metros de su confluencia con el río Tua.

Iglesias, capillas, casas solariegas, puentes, cruceiros y fuentes distribuidos por aldeas y parroquias jalonan este paisaje vinatero que tiene en el vino y la viña su bien más preciado, pues una parte de Murça pertenece -al igual que otros concellos limítrofes- a la región demarcada del Duero, con un abanico de néctares de excelente reputación. A los caldos el municipio suma una importante producción de aceite de calidad.

En el centro de la villa se encuentra el edificio de los Paços do Concelho, un solar del siglo XVII de dos pisos frente al que se alza el "pelourinho" manuelino con escalinata y la Porca de Murça, un verraco de piedra con leyenda asociada. Cerca está la iglesia matriz, del siglo XVlll, con altares de talla dorada y un óleo del XVI obra del pintor Pedro de França. También hay que parar en la capilla de la Misericordia y observar su monumental frontispicio con columnas salomónicas. El municipio puede presumir de casas nobles como la de los Condes de Murça o la de los Morgadinhos.

El patrimonio natural de esta tierra trasmontana tiene numerosos puntos de interés, rodeada de la belleza paisajística de las sierras da Garraia, de São Domingos y del Crasto de Palheiros, sin olvidar las vistas del Miradouro das Curvas y del Alto do Barroco.

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