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Un cómic sobre lo que está oculto

La primera novela gráfica como autora completa de Laura Pérez revela un hipnótico mundo propio y pone el foco sobre una autora singular, personal y a la que querremos seguir la pista

Un cómic sobre lo que está oculto

La biografía de los y las artistas no desvela los misterios. La web de la editorial Astiberri, que publica "Ocultos", primera novela gráfica en solitario de Laura Pérez ?tras "Náufragos" en 2016, junto al escritor Pablo Monforte, y un fogueo previo de relatos breves?, dice de ella que ha trabajado en el ámbito de la ilustración para editoriales y publicaciones como "The Washington Post", "National Geographic", "The Wall Street Journal", "Vanity Fair", Wacom, American Airlines, Fnac, "El País" o Penguin Random House, entre otras. Y que ha participado en libros colectivos de ilustración.

Los premios nos dicen que la artista es grata a diversos jurados, que han apostado por su calidad: Pérez ha obtenido el primer premio Valencia Crea 2015 con la historieta "Empatía". Además, publica su primera novela gráfica al ganar el IX Premio Fnac Salamandra Graphic con "Náufragos", obra que también se edita en Francia e Italia. Y es seleccionada en el I Concurso Nacional de Cómic Biblioteca Insular de Gran Canaria, con la historieta "Juega", publicada en el recopilatorio "En corto" (Astiberri, 2018). Pero por supuesto, los premios no desvelan misterios tampoco.

El misterio en Laura Pérez es ese algo inasible y enrarecido que puebla sus viñetas. Esas viñetas poderosamente imantadas que nos atraen desde cualquier página de "Ocultos", absorbiéndonos hacia un mundo de miradas, de silencios entre diálogos a veces banales. Signos que conviven entre el neorrealismo y la ensoñación más enigmática e irreal.

Las historias de "Ocultos" podrían ser descartes de sueños de los personajes de "Twin Peaks", extraños paisajes emocionales donde conviven sectas, fantasmagorías y conatos de abducciones. Nunca demasiado explícitas, apenas vislumbradas, presentidas. Pocos tebeos recientes, y pocos de autores más o menos emergentes, pueden atribuirse la intensa personalidad que tiene este precioso libro (edición cuidada de Astiberri, que ha apostado fuerte por "Ocultos") recargado de lirismo y también de sensaciones contradictorias, a veces cercanas al miedo, un miedo sin forma, inconcreto, latente.

El "Ocultos" en definitiva encontramos el reverso talentoso, sensible, algo abstracto, a los mundos de lo paranormal y ese querer encontrar maravillosos abismos hasta en las latas de cerveza. Misterios que, es indudable, gracias a personalidades de los medios de comunicación bien conocidos están ahora más de moda que nunca. Pero Laura Pérez convierte esa idea, la de que lo misterioso palpita siempre, en cualquier lado, en un material tan poético que embelesa con un aturdimiento ajeno al sensacionalismo de clickbait. No, este libro nos atrapa con otras armas, más sutiles que el titular epatante. Nos atrapa con micro relatos que no pretenden ser documentos, no son testimonios si no, como mucho, un germen para ideas. Un fantasma de dormitorio se convierte en una zarabanda gráfica de gestos, miradas y sombras que se mueven. Una secta secreta y oscura habita los cuartos traseros de las librerías. Un avistamiento ovni no es una amenaza, es un fenómeno que tinta la mirada de un niño. En definitiva, aquí sí hay misterio, y magia.

Importancia de la forma

Todo esto, afortunadamente, queda perfectamente imbricado con un discurso de la forma, del cómo hacer, muy madurado. Sorprendentemente madurado, incluso. Las virtudes estéticas de la autora, cimentadas en su bagaje como ilustradora, tienen también asideros en el mundo del propio cómic. No es ajeno su trazo limpio ni su modo de distribuir los elementos dentro de la viñeta a la mirada de David Sánchez (autor de obras como “Tú me has matado” O “Un millón de años”, y que comenta con acierto en la contraportada de “Ocultos” que “Laura Pérez habla de lo misteriosa que es la realidad, aunque nosotros nos empeñemos en negarlo”). También recuerda su dibujo a la colisión entre realidad prosaica y mundos ocultos de algunas obras de Dave McKean, como su ya clásico “Cages”. Y sumando nombres, emparentamos también a Pérez con el David Lynch más sugerente, menos volcánico. “Ocultos” podría usar de banda sonora los paisajes musicales de Mogwai, entre la belleza y el fragor.

Sumamos más bondades: un gusto por el detalle narrativo -por ejemplo, el de que durante el primer capítulo veamos, sobre una estantería, una serie de libros que se titulan... como cada uno de los relatos de “Ocultos”-; la elegancia del formato del libro, apaisado, en cartoné y con un tacto convenientemente rugoso; sutiles variaciones de estilo en el dibujo, que saltan de capítulo a capítulo sin perjudicar la coherencia del todo; una capacidad para componer páginas superlativa... Y, como se suele decir, “¡voilà!”: aquí tenemos uno de los artefactos más intrigantes y a la vez embriagadores de la temporada.

A tiro de piedra, en su librería más cercana.

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