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Días de turrón

Protagonista esencial de los postres navideños, su historia se remonta muy atrás. Y aunque existen numerosas variedades, las fiestas no serían lo mismo sin la presencia de dos clásicos, el "duro" y el "blando"

Días de turrón

A escasos días de la Navidad, las tabletas de turrón están en todos los hogares y seguro que han sido muy pocos quienes han podido resistirse a la tentación de probarlas, lo mismo que con los polvorones o mazapanes. Rey absoluto de las sobremesas de estas fechas, el origen del turrón es incierto y existen diversas teorías sobre su historia. Cuentan que podría remontarse a la Grecia clásica, cuando se daba a los atletas olímpicos una mezcla de miel, almendras y otros frutos secos como producto energético. Otras fuentes aseguran que fueron los árabes sus hacedores, mientras que otras sostienen que nació en la propia península. Sea como sea, esta época de celebraciones no sería lo mismo sin la degustación de estos postres indispensables.

Una de las primeras menciones literarias al turrón se encuentra en el Paso 6 de la "La Generosa paliza, cuando el amo discute con los criados por haberse comido su "libra de los turrones de Alicante que estaban encima del escritorio". En 1582 aparece una referencia a este dulce en un documento de la propia ciudad alicantina, e incluso Felipe II en 1595, exhorta a rebajar gastos en esta urbe "en turrón y pan de higos". Parece que la costumbre de tomar este producto en Navidad se encontraba extendida por toda España en el siglo XVI, al menos entre los sectores más acomodados de la sociedad.

Razones había porque en tiempos la almendra, uno de sus ingredientes básicos -cuando solo existía el turrón duro y el blando- era un producto caro, y su consumo estaba reservado para ocasiones especiales. Además la cosecha no empieza a recogerse hasta finales del verano y el oficio de turronero era temporal. Solían desempeñarlo personas que lo compaginaban con trabajos agrarios y eran los meses de otoño los que permitían dedicar tiempo a la elaboración de estos dulces.

Después su consumo se extendió a todas las clases sociales, convertido en emblema de la Navidad. El primero conocido fue el de Jijona, del que hay constancia escrita desde el siglo XVI; luego también fue ganando fama el de Alicante, popularmente llamado turrón duro por su consistencia y su inconfundible color blanco que le aporta la clara de huevo. La gama turronera fue creciendo con los años, con otros ingredientes y otros sabores, con el de chocolate como uno de los más demandados. Adaptado a los gustos del mercado, el turrón sigue siendo un símbolo navideño, aunque los productores buscan que se consuma todo el año.

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