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Dulce paladar de otoño

Esta es la época perfecta para elaborar mermeladas y compotas. Tanto con frutas como con hortalizas, con licores o hierbas aromáticas, estas conservas alegran y acompañan numerosos platos

Dulce paladar de otoño

El origen de la mermelada no está claro, con muchas historias a su alrededor. Algunos estudios etimológicos sitúan la palabra procedente del latín melimelum, manzana dulce, o del portugués marmelo, que significa membrillo. Otras teorías aluden a los romanos como los más aficionados al placer de mantener la fruta y las flores en miel. Sea como sea, la mermelada surge de la necesidad de conservación de los alimentos. Y de reyes a guerreros o santos, todos se han dejado embriagar por su gusto y aroma.

Una antigua leyenda relata que María Estuardo, siendo ya reina de Inglaterra, sufría mareos y dolores de cabeza. En la corte, donde se hablaba francés, se decía que "Marie est malade", cuando su médico le recetaba una mezcla de naranjas y azúcar para aliviar los vahídos. La frase podría haber derivado en: "mermelade". Aunque la historia se puede remontar mucho más atrás porque los romanos aprendieron de los griegos que los membrillos cocinados lentamente con miel se transformaban en una mezcla sólida cuando se enfriaba.

Se cuenta que Juana de Arco comía siempre membrillo antes de un asalto, y que Catalina de Médicis se deleitaba con la confitura, otro placer sin igual para Nostradamus, que la consideraba fuente de belleza y felicidad. El famoso médico y astrólogo era repostero y dejó escrito "Tratado de las confituras", entre otros libros. Además de estudiar la radioactividad, Marie Curie probaba a hacer compotas en sus ratos libres. Son solo algunos de los nombres famosos amantes de las mermeladas, fuente de vitaminas y minerales.

El origen preciso de las conservas de frutas es objeto de debate histórico, aunque Marcus Gavius Apicius ya hiciese referencia a ello en "De re coquinaria" (libro I). Con el tiempo, pasó de ser una delicadeza real a un sabor querido por toda la población, a la par que han ido enriqueciéndose los sabores y las variedades.

A las frutas de siempre (manzana, ciruela, fresa, melocotón, higo, pera?) se han ido sumando las combinaciones que buscan la sorpresa, con exquisiteces que resulten deliciosas e irresistibles. Es lo que hace Yolanda Bóveda en su obrador La Mariquita de Azúcar en Barro-Meis, reconocido con diversos galardones. Aquí se elabora mermelada artesana con sugerencias como fresones y hierbabuena a la pimienta rosa (combina con todo tipo de quesos, por ejemplo), de melón y jengibre al cava, de peras al vino tinto, de piña, mango y ron o la mermelada de albariño, una de las estrellas de las últimas temporadas, de edición limitada y paladar único.

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