Los cuadros siempre acaban por asomar a las pasarelas otoñales. Pero este año lo hacen de forma especial. El tartán, el príncipe de Gales y los grandes cuadrados que recuerdan a las mantas de pícnic reinan como señores absolutos de la estación, en la que regresan los colores de la hojarasca esparcida por los bosques.
Y son precisamente las tonalidades de la vegetación en este momento del año las que rivalizan entre sí por llegar a los armarios de las mujeres que a través de la ropa dan la bienvenida a un momento mágico del año.
Entre las novedades más llamativas y bonitas se encuentran las faldas largas, con flecos y vuelo, de Max Mara, combinadas con camisetas que ponen el toque vanguardista y con abrigos confeccionados en tejidos suaves y cálidos. Más allá de las faldas aparecen los pantalones oversize, la pieza perfecta para llevar con un cárdigan o con un abrigo largo de punto.
Las riñoneras, que estuvieron de moda en los ochenta, también regresan por la puerta grande, con diseños diferentes pensados para llevar en salidas nocturnas.
Las mallas de ciclista son otra de las prendas que se reciclan para el día a día, aunque en este caso no está de más advertir que no son aptas para todo el mundo y que conllevan un alto riesgo. Las más atrevidas las combinan con chaqueta americana.
El trench también se convierte en el eje principal de un otoño en el que la lluvia hará acto de presencia, como es natural. Los pendientes de perlas pondrán el toque sofisticado y elegante a todas horas del día.
El traje sastre será una de las constantes para ir a la oficina, aunque en versiones un tanto especiales. Y para acertar con los colores nada como optar por el toffe o camel fuerte, sin duda, el auténtico rey de la temporada.
