Apple y sus dispositivos pueden gustar más o menos, se puede atacar el elevado precio de sus productos e incluso se puede criticar su -eficiente- estrategia de marketing. Pero lo que no se puede negar es que se trata de la compañía que marca el paso en el sector de la telefonía móvil.
El pasado año la marca de la manzana mordida presentó un teléfono diferente a todos, con un diseño cuya muesca -notch en inglés- en la pantalla no dejó a nadie indiferente. Un año después hay en el mercado más de 50 modelos que han copiado directamente ese diseño, y casi todas las marcas importantes -salvo Samsung- tienen al menos un modelo con esa característica.
El miércoles Apple presentó la nueva familia del iPhone, la más avanzada tecnológicamente de su historia. Y también la más cara. Pero sobre todo la primera que certifica el fin de una era, la del sensor de huella dactilar.
La tecnología de reconocimiento facial Face ID, presentada en 2017 con el iPhone X, sienta un nuevo precedente -y van...- en el sector, dejando ya obsoleta una tecnología -dactilar- que a día de hoy todavía no incluyen muchos móviles del mercado. Los nuevos iPhone Xs, Xs Max y XR se convierten así no solo en una evolución del ya desaparecido iPhone X, sino también en una nueva tendencia en el sector.
Más potentes -mucho más-, con mejores -y más grandes- pantallas, mayor velocidad, una autonomía de la batería mejorada, mejor sonido, más seguros, con más calidad de imagen, micrófonos capaces de grabar vídeo con sonido estéreo... Todo es mejor en estos nuevos iPhone. Pero también el precio es mayor.
La ingente cantidad de dinero invertido en I+D para crear un dispositivo de estas características justifica en parte su elevado precio. Pero la pregunta no es si cuesta mucho. La pregunta es: ¿vale lo que cuesta? El iPhone X de 2017 fue ampliamente criticado por su precio, y tras casi un año de uso el veredicto es que sale realmente barato. No sería osado decir que los nuevos iPhone Xs, Xs Max y Xr también lo serán.
