Las películas adrenalínicas como la serie de "Misión imposible", y la última entrega más si cabe, tienen el curioso efecto de hacer el estrés atractivo. Nos estresamos viendo a protagonistas estresados correr de un lado a otro y jugarse la vida (con el mérito de que aquí se lo trabajan y no lo dejan todo en manos de los efectos especiales) y cumplen como cumple una película de terror que da miedo. Cruise sigue en forma y la saga también, aunque el guion suene a visto, se cuele alguna trampa y haya menos chicas en la sala que en la pantalla, una pista de la dosis de testosterona derrochada. Acción a raudales y entretenimiento sin pausa. No decepcionará a sus fans, sino todo lo contrario.