En los últimos meses han proliferado -más de lo habitual- los artículos en diferentes medios sobre la adicción a la que se enfrentan los chavales que juegan a videojuegos, y más concretamente a los de tipo Battle Royale. Un servidor, que lleva jugando a videojuegos desde hace más de 30 años, ya era un 'adicto' por aquel entonces. Recuerdo a mi madre gritándome que me iba a quedar ciego por "estar todo el día" jugando a la maquinita. Ese "todo el día" se reducía al poco tiempo libre -y siempre era fin de semana- que me dejaban el colegio, el baloncesto, el ajedrez, las clases de mecanografía y las lecciones de inglés. Pero yo era un yonqui "de la maquinita".
Más allá de la evidente exageración de mi madre, no puedo dejar de pensar en lo que ha podido pasar para que un chaval se vuelva "adicto" a un videojuego. Tengo claro que existen, pero mucho menos de lo que se dice. De hecho, la adicción a los videojuegos no es, ni de lejos, de las importantes según la OMS. Y quizás habría que preguntarle a los padres, a esos mismos que dejaban a sus hijos idiotizados todo el día ante el televisor a temprana edad -porque si no, "no me dejan tranquilo"- si han hecho algo para evitarlo. Lo fácil es dejar al chaval engancharse a la tele o a la consola. Pero la culpa no es de los chicos, sino de los padres irresponsables.
