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Patrimonio de la tierra

A la belleza de lugares como el de Nossa Senhora do Salto, el concello luso de Paredes suma sus minas de oro explotadas ya por los romanos, como las de Castromil y Banjas. Su interior es un viaje fascinante

Interior de una de las minas de oro de Castromil y vista del rio Sousa. / portoenorte.pt/cm-paredes.pt

A tan solo treinta kilómetros de Oporto -integrado en su Área Metropolitana y en el Vale do Sousa-, el concello de Paredes es un nombre de referencia en el sector del mobiliario portugués. Desde hace muchas décadas brilla con luz propia por su pujante industria, aunque además de muebles tiene una naturaleza deslumbrante desconocida para muchos, aparte de notables ejemplos de arquitectura civil y religiosa. Entre su legado se encuentran también viejas galerías auríferas explotadas ya por los romanos, hoy todo un reclamo turístico.

El concello guarda uno de los más importantes patrimonios geológicos del Norte de Portugal en las minas de oro de Castromil y Banjas. Para su preservación y conocimiento se inauguró en 2013 un centro de interpretación instalado en la antigua escuela primaria. Se trata de un espacio dinámico e innovador en el que se conoce de forma amena todo el proceso de extracción del oro, así como las piezas y objetos utilizados para este trabajo. Es el paso previo a la visita guiada a la mina, donde se siente cómo era la fatigosa tarea dentro de la tierra. El camino hacia la galería supone ver los famosos viveros de Castromil y la histórica aldea.

Situada en la parroquia de Sobreira, Castromil está bañada por el río Sousa, en cuyas márgenes se encuentra un espacio de ocio en el que descansar y contemplar el paisaje punteado por moinhos, espigueiros, palheiros, eiras y casonas de labranza en las que se curan los fumeiros.

El río marca otro de los espacios más emblemáticos del concello de Paredes, Aguiar de Sousa, donde se encuentra el parque da Senhora do Salto, perfilado por un profundo cañón por donde discurren las aguas, con lugares como la Boca do Inferno, una gruta natural excavada en la roca. Al parque se llega por una carretera estrecha con declive acentuado que desciende en dirección al cauce. Un pequeño trayecto lleva al visitante al lado del Sousa a través de un puente colgante de madera. Un poco más adelante, las aguas bravas espejean tranquilas en un enclave idílico de baño.

Se trata de un lugar místico rodeado de leyendas, como la del caballero que, tras caer al fondo con su equino persiguiendo una liebre, invocó la ayuda de Nuestra Señora. Agradecido, el hombre habría mandado construir la capilla de Nossa Senhora do Salto. Con espacios para nadar, pasear, y una naturaleza de gran biodiversidad, el lugar está dentro de la Red Natura 2000.

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