Raoul Peck llegó con "El joven Karl Marx" avalado por una potente carta de presentación, el documental sobre racismo "I am not your negro". "El joven Karl Marx" le quedó más convencional, con los trazos típicos de una película histórica bien facturada que busca humanizar a sus estrellas, Marx y Engels, retratados desde el inicio de su amistad hasta redactar el Manifiesto Comunista y sin relegar a las mujeres que los acompañaron. Como su predecesora, la acción está hecha de palabras (e ideas) y el ritmo es ágil. Los créditos finales, un repaso fotográfico a la historia que siguió y que recuerdan a los de "Dogville" y "Manderlay", pero con música de Dylan y no de Bowie, se merecen una mención.
El poder de las palabras