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Vuelve un clásico siempre moderno

Daniel Torres recupera su personaje más emblemático, Roco Vargas, con un álbum que renueva su discurso

Vuelve un clásico siempre moderno

Hablar de Daniel Torres es hacerlo de una de las figuras más importantes de la historia del cómic de España. Uno de esos autores insoslayables para comprender el medio y sobre todo su evolución en nuestro país. Sus primeras historietas se publicaron en el fanzine "El gat pelat", en los años setenta, donde colabora con algunos de los más importantes autores de los años ochenta (y posteriores décadas): Miguel Calatayud, Sento o Micharmut.

En 1981 comienza a colaborar con "El Víbora", donde desarrolla las aventuras de Claudio Clueco, una revisión del género negro que bebía tanto de Dashiell Hammett como del underground americano. Pero si en algún estilo se ha terminado por alinear la obra de Torres, hasta incluso convertirse en prácticamente uno de sus mayores referentes, es aquel que fue llamado la "línea clara". Un estilo gráfico que, emulando la pulcritud del "Tintín" de Hergé, una serie de autores como Joost Swarte, Ted Benoit o Yves Chaland llevaron a un estado de posmodernismo muy de su tiempo. Cómics de género queriendo ir más allá del género con autoconsciencia, jugando con las formas plásticas, deleitando al ojo del espectador con unas imágenes estilizadas pero siempre detallistas. "Tritón" (1983), la primera entrega que Daniel Torres crea de "Las aventuras siderales de Roco Vargas", es uno de los grandes ejemplos de un estilo que pronto un siempre inquieto Torres superará. Pienso que la cuarta entrega de la serie, por ejemplo, "La estrella lejana", ya no debería entenderse como línea clara, y menos en el sentido gráfico que en su día quiso darse al término. El cómic además supuso una de las más interesantes reflexiones sobre la heroicidad escritas en la historia del tebeo español. Una cumbre inolvidable que hubiera podido cerrar la serie y dejar volar a un Torres siempre ávido de nuevos retos (ahí está su personaje infantil Tom el dinosaurio, o recientemente "La casa", un libro que desafía los márgenes y etiquetas).

Pero algo debe tener Roco para su creador, algo que le hizo volver a su personaje más conocido (con permiso de Tom, tan mediático en su día, al aparecer en las páginas de "El Pequeño País" en tiempos de periodismo en alza, e incluso por ser llevado a la animación). "Júpiter" es su última entrega. Lo edita (como todo Torres salvo excepciones) Norma, y es un álbum publicado a principios del año pasado pero que merece ser reivindicado en cualquier momento. Ahora mismo, por ejemplo. Para empezar, porque sin duda acaparará puestos y menciones en esas ya tópicas listas de "lo mejor del año" que estos días florecen como esporas. Y en segundo lugar porque el álbum es un do de pecho que no se somete al calendario de la novedad y lo hot: Torres sigue su propio ritmo y ha entregado un cómic para el recuerdo.

Portento gráfico

"Júpiter" retoma las aventuras de Vargas donde las dejó su anterior álbum, "La balada de Dry Martini" (de 2006). Por tanto, retoma a un Roco en coma. Ese es el lienzo en blanco sobre el que Daniel Torres despliega un portento gráfico apabullante. Una sinfonía de imaginación que recuerda al mejor Moebius pasado por el barroquismo del propio Torres en sus mejores momentos. Jugando con la página, coqueteando con el color, entregando una historia tan interior como exterior. Los sueños de un Vargas en estado de shock son retales de su propia vida, sus aventuras, también sus anhelos. Pero esas visiones tienen consecuencias en la vigilia, en el mundo, y desencadenarán una obra más poética que trepidante, una auténtica reflexión, a la altura de "La estrella lejana", de lo que es Roco Vargas. El personaje y la propia obra.

Pero "Júpiter" es más cosas que un festín autorreferencial (creo sinceramente que cualquier lector que jamás haya leído una historia de Roco Vargas podrá disfrutar de esta lectura? aunque le impulsará a buscar las anteriores, sin duda). Hay en todo este viaje onírico un canto a la naturaleza, en la que se encuentra tanto la destrucción como la purificación. Un ecologismo que se acerca en cierto grado al "Avatar" de James Cameron (también la grandiosidad, el sentido de pasmo en el lector, compiten con las sensaciones que en su día logró el impactante 3D de aquella película).

Un posicionamiento ecologista, naturalista, pero que Torres filtra con suma elegancia en el contínuum de su obra, en el argumento del "qué será de Roco Vargas", que en última instancia es a lo que viene a contestar "Júpiter". No haremos trampa dando posibles respuestas, que el lector las descubra con la lectura de un álbum que mantiene viva la tradición del mejor cómic de género. Viva gracias a una ruptura valiente de clichés, a una alegría experimentadora y, por supuesto, a un do de pecho gráfico por parte de uno de los dibujantes más excepcionales del cómic. En definitiva, demasiadas cosas buenas se conjugan en "Júpiter" para dejarlo pasar aunque ya no sea la novedad de la semana. Porque es uno de los cómics del año que acabamos de superar, y una obra que nos habla, al final, de esperanza.

Además del álbum digamos "normal", existe una edición coleccionista (numerada y firmada) que recoge el volumen y un cuaderno de storyboards, con los bocetos originales de la obra. Como dice la propia editorial Norma, "un vistazo en bruto al proceso creativo de uno de los autores con mayor recorrido del panorama nacional".

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